viernes, 29 de junio de 2012

LA BARCA DE PEDRO

No os asombreís por las tempestades presentes. La barca de Pedro ha visto muchas. Pensad en la noche del día en que fueron martirizados San Pedro y San Pablo. ¡Qué oscura debía parecer para la pequeña cristiandad! Los primeros cristianos no se desanimaron. A nosotros, que tenemos para fortificar nuestra fe dieciocho siglos de vida de la Iglesia, ¡qué pequeños nos deben parecer estos esfuerzos del infierno, de los cuales Jesús ha dicho que no prevalecerán! Estamos con el Omnipotente, y los enemigos no tienen más poder que aquel que a Él le place darles para ejercitarnos, santificarnos, hacernos conquistar victorias espirituales - las solas verdaderas y eternas- para su Iglesia y sus elegidos.
Pero volvamos al Evangelio: si no vivimos del Evangelio, Jesús no vive en nosotros. Volvamos a la pobreza, a la sencillez cristiana. Despues de diecinueve años fuera de Francia, lo que más me ha llamado la atención al volver unos días, ha sido el progreso que ha experimentado - en todas las clases de la sociedad, sobre todo en la clase menos rica y aun en familias muy cristianas-  en  el gusto de distracciones mundanas y frívolas, completamente en desacuerdo con la vida cristiana. El peligro está en nosotros y no en nuestros enemigos. Nuestros enemigos no pueden más que hacernos conquistar victorias. El mal solo podemos recibirlo de nosotros mismos. Volver al Evangelio es el remedio.

Beato CHARLES DE FAOUCAULD
Militar, explorador, sacerdote (1858-1916).

jueves, 21 de junio de 2012

SED PERFECTOS


En esto reconocemos que estamos en Dios: si en Él somos perfectos. Aquí Juan quiere decir: perfectos en el amor. ¿Cuál es la perfección del amor?  Amar a nuestros enemigos
Y amarlos hasta tal punto que lleguen a ser nuestros hermanos. En efecto, nuestro amor no debe ser un amor según la carne. Ama, pues, a tus enemigos deseando que sean tus hermanos; ama  tus enemigos de manera que se sientan llamados a vivir en comunión contigo.
Así amó aquel que, colgado de la cruz, decía: Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen. A través de una oración cargada de misericordia y de un gran poder, quería arrancarlos de la muerte eterna. Por otra parte, muchos de ellos creyeron y fueron perdonados por haber hecho derramar la sangre de Cristo, se la hicieron derramar encarnizándose contra él; al creer, la bebieron. En esto reconocemos que estamos en Él, si en Él somos perfectos. El Señor nos invita a esta perfección de amor hacia los enemigos cuando dice: Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto.

                                                                                  SAN AGUSTÍN

lunes, 18 de junio de 2012

EL PECADO: TRUCOS DE SATANÁS

EL PECADO.

EL pecado es una acción que destruye nuestro vínculo familiar con Dios y nos aparta de la vida y de la libertad.
¿Cómo sucede esto?
Tenemos la  obligación ante todo, de resistir la tentación. Si entonces fallamos y pecamos, tenemos la obligación de arrepentirnos inmediatamente. Si no nos arrepentimos, Dios nos deja que vayamos a lo nuestro: permite que experimentemos las consecuencias naturales de nuestros pecados, los placeres ilícitos. Si seguimos sin arrepentirnos –mediante la abnegación y los actos de penitencia- Dios permite que continuemos en pecado, formando así un hábito, un vicio que oscurece nuestro entendimiento y debilita nuestra voluntad.
Una vez enganchados a un pecado, nuestros valores se vuelven del revés. El mal se convierte en nuestro “bien” más urgente, nuestro más profundo anhelo; el bien se presenta como un “mal” porque amenaza con apartarnos de satisfacer nuestros deseos ilícitos. Llegados a ese punto, el arrepentimiento llega a ser casi imposible, porque el arrepentimiento es, por definición, un apartarse del mal y volverse hacia el bien; pero, para entonces, el pecador ha redefinido a conciencia tanto el bien como el mal. Isaías dijo de tales pecadores: “¡Ay de aquellos que llaman mal al bien y bien al mal” (Is 5, 20).
Una vez que hemos abrazado el pecado de esta manera y rechazado nuestra alianza con Dios, solo puede salvarnos una calamidad, o un terremoto espiritual.
¿Y qué pasa cuando una nación ha caído en un pecado grave y habitual? Funciona el mismo principio. Dios interviene permitiendo una depresión económica, una conquista extranjera o una catástrofe natural. Bastante a menudo, una nación provoca estos desastres a causa de sus pecados. Pero, en cualquier caso, constituyen la más misericordiosa de las llamadas de atención. A veces el desastre significa que el mundo que conocieron los pecadores está en vía de extinción. Pero como dijo Jesús: “¿De qué le sirve al hombre ganar el mundo si pierde la vida?” (Mc 8, 36).
Pero la única razón por la que Dios permitiría estas cosas es porque nos ama. El mundo es bueno, pero el mundo no es Dios. Si hemos dejado que el mundo y sus placeres nos gobiernen como si fueran dios, lo mejor que puede hacer el Dios real es empezar a remover las piedras que constituyen el cimiento de nuestro mundo.

                                                                       Scott HAHN

jueves, 14 de junio de 2012

SI EL AGUA MANSA...

Si el agua mansa, callada,
Que gotea de la fuente,
Con su labor insistente
Hasta las peñas horrada,
¿Qué no podrá la oración
Del que sufre, ama y espera,
Al derramarse en la hoguera
Del Divino Corazón?

Dulce Jesús, que no dejas
Sin consuelo algún dolor;
Tú que eres el buen Pastor
Que muere por sus ovejas,
Cuando mis ojos la muerte
Ciegue el fin de la carrera,
Hazme la gracia que muera
Con la esperanza de verte.

                                   Ramón Mª VINUESA

lunes, 11 de junio de 2012

VIVO SIN VIVIR EN MÍ






Vivo sin vivir en mí,

Y tan alta vida espero,

Que muero porque no muero.



Vivo ya fuera de mí.

Después que muero de amor,

Porque vivo en el Señor,

Que me quiso para sí.

Cuando el corazón le di

Puso en él este letrero:

Que muero porque no muero.



Aquesta divina unión

Del amor en que yo vivo

Ha hecho a Dios mi cautivo

Y libre mi corazón.

Y causa en mí tal pasión

Ver a Dios mi prisionero,

Que muero porque no muero.



¡Ay, qué larga es esta vida!

¡Que duro estos destierros,

Esta cárcel, estos hierros,

En que el alma está metida!

Solo esperar la salida me causa dolor tan fiero,

Que muero porque no muero.



                        Santa TERESA DE JESÚS

martes, 5 de junio de 2012

SOMOS IMAGEN DE DIOS.

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HOMBRE, ¿Por qué te desprecias de tal manera siendo tan precioso a los ojos de Dios? ¿Por qué te deshonras hasta tal punto cuando Dios te honra a través del nacimiento de Cristo en nuestra carne?  ¿Por qué buscas con tanto empeño como has sido hecho y no te preguntas con qué finalidad has sido hecho? ¿Acaso toda esta morada del mundo que tú contemplas no ha sido hecha para ti? Por ti la luz se expande y disipa las tinieblas, por ti la tierra está esmaltada de flores, árboles y frutos…
Además, el Creador busca qué es lo que puede añadir a tu dignidad: pone en ti su imagen, a fin de que esta imagen visible haga presente en la tierra al Creador invisible, y te confía la gestión de los bienes terrestres, para que no se le escape al representante de Dios un dominio tan amplio. Y lo que Dios ha hecho en ti por su poder, ha tenido la bondad de asumirlo Él mismo. Ha dado al hombre poder ser en realidad lo que hasta entonces había sido tan solo una simple semejanza. Cristo, pues, nace para  devolver toda su integridad a la naturaleza caída.

                                                                            S. PEDRO CRISÓLOGO.
                                                                            Obispo de Ravena (380 – 450)                

sábado, 2 de junio de 2012

EL CORAZÓN DE JESÚS


¿No basta con Jesucristo? ¿Qué añade este misterio?
 Gracias a él, podemos acercarnos a Cristo y dejar que Él se acerque a cada uno de nosotros desde su interioridad divino-humana. Imágenes del pasado melifluas, sentimentalistas, hicieron quizás daño a esta espiritualidad. Frente a la devoción que se puede interpretar como algo arbitrario de cada persona, la espiritualidad, por el contrario, supone una estructura interior de vivencia y acción evangélica desde un centro nuclear, en este caso desde lo esencial del cristianismo: Dios es Amor, Caridad; Dios se ha hecho hombre y ha dado su vida por nosotros. El símbolo humano del amor es el corazón. La vida humana se inicia con el pálpito del corazón. Al encarnarse, Dios comienza a amar de un modo nuevo: con corazón humano. La interioridad cordial de Dios, escondida en Nazaret, se abrirá de par en par en el Calvario al golpe de la lanza del centurión. En ese momento el tesoro escondido, anidado en el Corazón de Cristo, se derrama sobre la tierra: es el don del Espíritu de Cristo. Ese Espíritu formó el corazón de Jesús en María; el Espíritu impulsó a Jesús en su obre redentora, desde el bautismo hasta la cruz  (se ofreció en un Espíritu eterno, dice la carta a los Hebreos); y por fin, ese Corazón abierto reveló y regaló lo que humanamente había acumulado en plenitud a lo largo de su vida terrena: el amor de Dios, el don del Espíritu.
Sagrado Corazón de Jesús en ti confío, porque creo en tu amor para conmigo.

                                                                  Pablo CERVERA BARRANCO