Nada te turbe, nada te espante, todo se pasa, Dios no se muda; la paciencia todo lo alcanza; quien a Dios tiene nada le falta: Sólo Dios basta. Eleva tu pensamiento, al cielo sube, por nada te acongojes, nada te turbe. A Jesucristo sigue con pecho grande, y, venga lo que venga, nada te espante. ¿Ves la gloria del mundo? Es gloria vana; nada tiene de estable, todo se pasa. Aspira a lo celeste, que siempre dura;» | Fiel y rico en promesas, Dios no se muda. Ámala cual merece bondad inmensa; pero no hay amor fino sin la paciencia. Confianza y fe viva mantenga el alma, que quien cree y espera todo lo alcanza. Del infierno acosado aunque se viere, burlará sus furores quien a Dios tiene. Vénganle desamparos, cruces, desgracias; siendo Dios tu tesoro nada te falta. ID, pues, bienes del mundo; ID dichas vanas; aunque todo lo pierda, sólo Dios basta. Santa TERESA DE ÁVILA |
Amigos, he deseado abrir este blog a fin de tener un intercambio más personal con vosotros, porque los e-mail son muy interesantes pero muy impersonales finalmente. Así que, ayudada por mi hijo, lanzo esta botella al agua para compartir ideas y sentimientos, sobre todo religiosos. Como leo bastante, guardo lo que me impresiona y es eso que quisiera compartir con vosotros. A ver si entre todos hacemos una cosa bonita.
viernes, 30 de noviembre de 2012
NADA TE TURBE.
domingo, 25 de noviembre de 2012
EL AUTORITARISMO.
.
A menudo, él
que tiene esta tendencia al autoritarismo no se da mínimamente cuenta de los
sufrimientos que provoca o incluso se asombra al ver que los demás no parecen
apreciar su “interés” y sus esfuerzos, y hasta se hace la víctima. Jesús dijo a
sus discípulos que fueran como corderos
en medio de lobos, pero estos, por el contrario son lobos en medio de
corderos. Una gran parte de los sufrimientos que a veces afligen a una familia
o a una comunidad se debe a la existencia en ellas de algún espíritu
autoritario y despótico que con el pretexto de “servir” a los demás, en
realidad los pisotea y los tiraniza.
Es muy posible
que seamos precisamente nosotros los lobos. Si nos asalta una pequeña duda en
este sentido, sería bueno preguntáramos sinceramente a quien vive cerca de
nosotros y les diéramos la posibilidad de expresarse sin ningún temor. Si
resulta que también hacemos la vida difícil a alguien con nuestro carácter,
debemos aceptar con humildad la realidad y replantear nuestro servicio.
Al espíritu de
servicio se opone el apego exagerado a las ideas y costumbres propias. La regla
del servicio es siempre la misma: Cristo no buscó su propio agrado.
Raniero
CANTALAMESSA
domingo, 18 de noviembre de 2012
LA VENIDA DE CRISTO.
Los Padres de la Iglesia nos
advierten que prestemos atención para no caer en falsas imaginaciones y en
esperar una extravagante segunda venida de Cristo, del fin del mundo. Dicen que
antes de la definitiva y última venida de Cristo está su venida a la vida de
cada uno. Esta venida debe ir acompañada de un discernimiento de saber leer los
signos que ocurren en nuestra vida para captar en qué forma Cristo llama a
nuestra puerta y mediante qué acontecimiento se quiere liberar de la esclavitud del pecado y trasplantarnos
a un fundamento que no se derrumba. También la experiencia personal o
comunitaria de la venida de nuestro Señor ocurre a menudo mediante momentos difíciles
y dramáticos, cuando vemos que las cosas más sólidas, las certezas más
intocables, caen. Y esto es así porque, en su amor, Dios no quiere que apoyemos
nuestra vida en puntos que son sólidos sólo aparentemente.
MARKO I, RUPNIK, S.J.
Cuando te
sientas cansado, triste, solo, por causa del sufrimiento, retírate a este
santuario íntimo de tu alma y allí encontrarás a tu hermano, a tu amigo Jesús,
que será tu consolador, tu apoyo, tu fuerza.
CHARLES DE
FOUCAULD
miércoles, 14 de noviembre de 2012
DAR LAS GRACIAS.
Dichoso este leproso samaritano que reconoció que no tenía nada que no hubiera recibido. Él guardó hasta el último día el encargo que se le había confiado y regresó donde estaba el Señor para darle las gracias. Dichoso aquel que, a cada don de la gracia, vuelve en quien se encuentra la plenitud de toda gracia, porque, si somos agradecidos con Él por todo lo que hemos recibido, hacemos sitio en nosotros mismo para recibir una más abundante. En efecto, solo el desagradecimiento puede frenar el progreso en nuestro camino de conversión.
Dichoso, pues, el que se mira como un extranjero, y sabe dar las gracias incluso por los más pequeños beneficios recibidos, teniendo en cuenta que todo lo que se da a un extranjero y a un desconocido es un don puramente gratuito. Por el contrario, qué desdichados y miserables somos cuando después de habernos mostrado timoratos, humildes o devotos, olvidamos lo gratuito que es lo que hemos recibido. Os ruego pues, mantengámonos con gran devoción en la acción de gracias y Dios nos concederá la única gracias que puede salvar nuestras almas. Seamos agradecidos, no solo de palabras sino por las obras y en verdad.
SAN BERNARDO
(1090-1153)
viernes, 9 de noviembre de 2012
SER SANTO.
La fiesta de Todos los Santos lleva a los adolescentes, y no adolescentes, a preguntarse: ¿Cómo se hace uno santo en el siglo XXI? ¿Cuál es el camino? Espontáneamente deseamos ser santos. Pero la santidad es fruto del Espíritu, no el resultado de nuestro poder. Es el resultado involuntario de una intención voluntaria. San Pedro o la Virgen María han respondido “SI” a la llamada recibida, “sí” por ir hacia… con… pero no han querido ni buscado la santidad. Ha sido el resultado de su fidelidad.
También tenemos otra idea inconsciente que enlaza santidad y perfección. La santidad es un don, una gracia. No en función de nuestros méritos, sino de nuestra fe. Es ella que obra a través nosotros mismo. Es Dios el alfarero. Eso no impide que el joven, o el adulto, tenga necesidad de modelos para construirse como cristiano. Ellos se construyen a través de la imitación de figuras que le revelan lo que sienten en lo profundo. Esa identificación sólo es posible si puede reconocerse en la debilidad, los defectos y el amor por la vida de sus héroes. Darse cuenta de que Pedro duda y miente, que a Francisco de Asís le gustan los tejidos, por ejemplo, le permite comprender y admitirlos. Un personaje perfecto es inaccesible. La Biblia enseña una aspiración a la santidad, si sus actores no son dioses, sino personas que, no sin dificultad, han escogido vivir bajo la mirada del Más-Alto. Si la persona se siente en comunión con la desobediencia de David o el amor por el deporte de Juan-Pablo II, podrá seguirlos en su viaje interior.
Ser santo es una renuncia, se piensa a veces. No, es una conversión que obliga a escoger. La agresividad de S. Pablo se trasforma en valor, el gusto por la vida de Francisco de Asís le lleva al ascetismo. Cada uno tiene su carácter, su singularidad. El Espíritu le guía a su ritmo, le enseña qué ruta escoger. Si negamos nuestra personalidad, nos asemejamos al que enterró sus talentos y no puede dar nada al maestro que viene. La santidad nos pide un doble movimiento: desarrollar nuestra semilla interior y confiar en el Otro para que la haga fructificar.
Geneviève de TAISNE.
jueves, 1 de noviembre de 2012
EL "AMÉN" DE LA COMUNIÓN.
El sacerdote proclama: “¡El Cuerpo de Cristo!” y nosotros respondemos: ¡Amen! Decimos Amén al cuerpo santísimo de Jesús nacido de María y muerto por nosotros, pero decimos también Amén a su cuerpo místico que es la Iglesia y que son, concretamente, los hermanos que están a nuestro alrededor, en la vida o en la mesa eucarística. No podemos separar los dos cuerpos, aceptando uno sin el otro. Quizás no nos cueste demasiado pronunciar nuestro Amén a muchos hermanos, es posible que a la mayoría de ellos. Pero siempre habrá alguno entre todos ellos que nos haga sufrir, no importa de quien fue la culpa, si suya o nuestra; siempre habrá alguno que se oponga a nosotros, nos critique, nos calumnie. Decir Amén en este caso es más difícil, pero esconde una gracia especial. Es más, existe un especie de secreto en este acto. Cuando queremos realizar una comunión más íntima con Jesús, o tenemos necesidad de perdón o de obtener una gracia especial de Él, este es el modo de lograrlo: acoger a Jesús en la comunión, junto con “aquel” o “aquella”… Decirle explícitamente: Jesús, hoy te recibo junto con (decir el nombre), le hospedo junto a ti en mi corazón, estoy contento si Tú lo traes contigo. Este pequeño gesto le agrada mucho a Jesús porque sabe que para realizarlo debemos morir un poco.
Raniero CANTALAMESSA
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