viernes, 30 de noviembre de 2012

NADA TE TURBE.

Nada te turbe,
nada te espante,
todo se pasa,
Dios no se muda;
la paciencia
todo lo alcanza;
quien a Dios tiene
nada le falta:
Sólo Dios basta.


Eleva tu pensamiento,
al cielo sube,
por nada te acongojes,
nada te turbe.

A Jesucristo sigue
con pecho grande,
y, venga lo que venga,
nada te espante.


¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
nada tiene de estable,
todo se pasa.

Aspira a lo celeste,
que siempre dura;
»
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.


Ámala cual merece
bondad inmensa;
pero no hay amor fino
sin la paciencia.

Confianza y fe viva
mantenga el alma,
que quien cree y espera
todo lo alcanza.


Del infierno acosado
aunque se viere,
burlará sus furores
quien a Dios tiene.

Vénganle desamparos,
cruces, desgracias;
siendo Dios tu tesoro
nada te falta.


ID, pues, bienes del mundo;
ID dichas vanas;
aunque todo lo pierda,
sólo Dios basta.


Santa TERESA DE ÁVILA

domingo, 25 de noviembre de 2012

EL AUTORITARISMO.


 

 

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A menudo, él que tiene esta tendencia al autoritarismo no se da mínimamente cuenta de los sufrimientos que provoca o incluso se asombra al ver que los demás no parecen apreciar su “interés” y sus esfuerzos, y hasta se hace la víctima. Jesús dijo a sus discípulos que fueran como corderos en medio de lobos, pero estos, por el contrario son lobos en medio de corderos. Una gran parte de los sufrimientos que a veces afligen a una familia o a una comunidad se debe a la existencia en ellas de algún espíritu autoritario y despótico que con el pretexto de “servir” a los demás, en realidad los pisotea y los tiraniza.

Es muy posible que seamos precisamente nosotros los lobos. Si nos asalta una pequeña duda en este sentido, sería bueno preguntáramos sinceramente a quien vive cerca de nosotros y les diéramos la posibilidad de expresarse sin ningún temor. Si resulta que también hacemos la vida difícil a alguien con nuestro carácter, debemos aceptar con humildad la realidad y replantear nuestro servicio.

Al espíritu de servicio se opone el apego exagerado a las ideas y costumbres propias. La regla del servicio es siempre la misma: Cristo no buscó su propio agrado.

 

Raniero CANTALAMESSA

domingo, 18 de noviembre de 2012

LA VENIDA DE CRISTO.


 

Los Padres de la Iglesia nos advierten que prestemos atención para no caer en falsas imaginaciones y en esperar una extravagante segunda venida de Cristo, del fin del mundo. Dicen que antes de la definitiva y última venida de Cristo está su venida a la vida de cada uno. Esta venida debe ir acompañada de un discernimiento de saber leer los signos que ocurren en nuestra vida para captar en qué forma Cristo llama a nuestra puerta y mediante qué acontecimiento se quiere  liberar de la esclavitud del pecado y trasplantarnos a un fundamento que no se derrumba. También la experiencia personal o comunitaria de la venida de nuestro Señor ocurre a menudo mediante momentos difíciles y dramáticos, cuando vemos que las cosas más sólidas, las certezas más intocables, caen. Y esto es así porque, en su amor, Dios no quiere que apoyemos nuestra vida en puntos que son sólidos sólo aparentemente.

 

MARKO I, RUPNIK, S.J.

 

 

Cuando te sientas cansado, triste, solo, por causa del sufrimiento, retírate a este santuario íntimo de tu alma y allí encontrarás a tu hermano, a tu amigo Jesús, que será tu consolador, tu apoyo, tu fuerza.

 

CHARLES DE FOUCAULD

 

miércoles, 14 de noviembre de 2012

DAR LAS GRACIAS.

Dichoso este leproso samaritano que reconoció que no tenía nada que no hubiera recibido. Él guardó hasta el último día el encargo que se le había confiado y regresó donde estaba el Señor para darle las gracias. Dichoso aquel que, a cada don de la gracia, vuelve en quien se encuentra la plenitud de toda gracia, porque, si somos agradecidos con  Él por todo lo que hemos recibido, hacemos sitio en nosotros mismo para recibir una más abundante. En efecto, solo el desagradecimiento puede frenar el progreso en nuestro camino de conversión.
Dichoso, pues, el que se mira como un extranjero, y sabe  dar las gracias incluso por los más pequeños beneficios recibidos, teniendo en cuenta que todo lo que se da a un extranjero y a un desconocido es un don puramente gratuito. Por el contrario, qué desdichados y miserables somos cuando después de habernos mostrado timoratos, humildes o devotos, olvidamos lo gratuito que es lo que hemos recibido. Os ruego pues, mantengámonos con gran devoción en la acción de gracias y Dios nos concederá la  única gracias que puede salvar nuestras almas. Seamos agradecidos, no solo de palabras sino por las obras y en verdad.

SAN BERNARDO
(1090-1153)

viernes, 9 de noviembre de 2012

SER SANTO.


La fiesta de Todos los Santos lleva a los adolescentes, y no adolescentes, a preguntarse: ¿Cómo se hace uno santo en el siglo  XXI? ¿Cuál es el camino? Espontáneamente deseamos ser santos. Pero la santidad es fruto del Espíritu, no el resultado de nuestro poder. Es el resultado involuntario de una intención voluntaria. San Pedro o la Virgen María han respondido “SI” a la llamada recibida, “sí” por ir hacia… con… pero no han querido ni buscado la santidad. Ha sido el resultado de su fidelidad.
También tenemos otra idea inconsciente que enlaza santidad y perfección. La santidad es un don, una gracia. No en función de nuestros méritos, sino de nuestra fe. Es ella que obra a través nosotros mismo. Es Dios el alfarero. Eso no impide que el joven, o el adulto, tenga necesidad de modelos para construirse como cristiano. Ellos se construyen a través de la imitación de figuras que le revelan lo que sienten en lo profundo. Esa identificación sólo es posible si puede reconocerse en la debilidad, los defectos y el amor por la vida de sus héroes. Darse cuenta de que Pedro duda y miente, que a Francisco de Asís le gustan los tejidos, por ejemplo, le permite comprender y admitirlos. Un personaje perfecto es inaccesible. La Biblia enseña una aspiración a la santidad, si sus actores no son dioses, sino personas que, no sin dificultad, han escogido vivir bajo la mirada del Más-Alto. Si la persona se siente en comunión con la desobediencia de David o el amor por el deporte de Juan-Pablo II, podrá seguirlos en su viaje interior.
Ser santo es una renuncia, se piensa a veces. No, es una conversión que obliga a escoger. La agresividad de S. Pablo se trasforma en valor, el gusto por la vida de Francisco de Asís le lleva al ascetismo. Cada uno tiene su carácter, su singularidad. El Espíritu le guía a su ritmo, le enseña qué ruta escoger. Si negamos nuestra personalidad, nos asemejamos al que enterró sus talentos y no puede dar nada al maestro que viene. La santidad nos pide un doble movimiento: desarrollar nuestra semilla interior y confiar en el Otro para que la haga fructificar.

Geneviève de TAISNE.

jueves, 1 de noviembre de 2012

EL "AMÉN" DE LA COMUNIÓN.


El sacerdote proclama: “¡El Cuerpo de Cristo!” y nosotros respondemos: ¡Amen! Decimos Amén al cuerpo santísimo de Jesús nacido de María y muerto por nosotros, pero decimos también Amén a su cuerpo místico que es la Iglesia y que son, concretamente, los hermanos que están a nuestro alrededor, en la vida o en la mesa eucarística. No podemos separar los dos cuerpos, aceptando uno sin el otro. Quizás no nos cueste demasiado pronunciar nuestro Amén a muchos hermanos, es posible que a la mayoría de ellos. Pero siempre habrá alguno entre todos ellos que nos haga sufrir, no importa de quien fue la culpa, si suya o nuestra; siempre habrá alguno que se oponga a nosotros, nos critique, nos calumnie. Decir Amén en este caso es más difícil, pero esconde una gracia especial. Es más, existe un especie de secreto en este acto. Cuando queremos realizar una comunión más íntima con Jesús, o tenemos necesidad de perdón o de obtener una gracia especial de Él, este es el modo de lograrlo: acoger a Jesús en la comunión, junto con “aquel” o “aquella”… Decirle explícitamente: Jesús, hoy te recibo junto con (decir el nombre), le hospedo junto a ti en mi corazón, estoy contento si Tú lo traes contigo. Este pequeño gesto le agrada mucho a Jesús porque sabe que para realizarlo debemos morir un poco.

Raniero CANTALAMESSA