jueves, 31 de octubre de 2013

TU ÁNGEL.



A sus ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos.  ¡Cuánto respeto hacia la presencia de tu ángel bueno debe infundirte esta palabra! ¡Cuanta confianza debe inspirarte puesto que Dios se preocupa de que seas custodiado! Pon particular atención a todo lo que haces, puesto que los ángeles están presentes en todas tus decisiones tal como Dios se lo ha mandado. En cualquier lugar que te halles, en cualquier rincón en que estés, ten siempre una gran devoción a tu buen ángel. ¿Dudarás de su presencia en todo lo que haces aunque no lo veas? ¡Cuánto respeto te infundiría si lo escucharas, si lo tocaras, si lo sintiera cerca de ti!
Sé conciente de que no solo es la vista la que te da certeza de la presencia de las cosas: no todo lo que está presente y corporal puede ser captado por la vista. ¡Cuánto más, pues, los seres espirituales están lejos de ser captados por nuestros sentidos y solo pueden ser buscados y encontrados a través de medios espirituales! Si preguntas a la fe ¿no te da la certeza de que tu buen ángel está siempre presente? Sí, la fe te da prueba de ello porque, según el apóstol, la fe es prueba y convicción de las realidades que no se ven. Ten por cierto que los buenos ángeles están siempre contigo. Están cerca de nosotros para protegernos y para servirnos.

S. BERNARDO.
(1090 – 1153).  


lunes, 28 de octubre de 2013

RESURRECCIÓN DE LA CARNE.



Resurrección de la carne quiere decir transformación salvadora de la vida. En efecto, “carne” significa ser en el cuerpo, ser en el mundo. La fe cristiana no afirma en absoluto que la materia, el cuerpo, el mundo, sea algo malo, y que la salvación consista en abandonarlo a la búsqueda de otra esfera “espiritual”, de otro mundo. Esta perspectiva es anticristiana, porque rechaza la obra de Dios en sus dos grandes momentos: la creación y la misión del Hijo eterno; no reconoce que Dios amó al mundo tanto que entregó a su Hijo, desde su encarnación hasta su glorificación, para salvar a los hombres.   
Así pues, posiciones cínicas o nihilistas, gnósticas o revolucionarias (este mundo y esta vida no valen nada), hay que negarlas en nombre de otro mundo y de otra vida, y quien no las niegue no sirve realmente a la renovación del mundo – son anticristianos.
Para el creyente, al contrario, es esta vida en el mundo, en el tiempo y en el trabajo, la que pude ser salvada, y gozar de verdadero sentido y plenitud. El cristiano no siente fobia, ni desprecio de la vida y del mundo. Es realista, sabe que “la figura de este mundo pasa”, (Cor 7, 31), pero que aun así es bueno, porque en él se puede vivir con sentido: con fe, esperanza y caridad. Ciertamente este principio de vida nueva no viene del mundo, pero sí de su Creador, está presente en la historia para siempre, habiéndose encarnado el Hijo de Dios.

Alfonso CARRASCO ROUCO.
Obispo de Lugo.


jueves, 24 de octubre de 2013

OBTENER FRUTOS DE LAS FALTAS AJENAS. EL PECADO DE LOS DEMÁS NO ME QUITA NADA.

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 ..................Por lo que se refiere a las faltas e imperfecciones de nuestro prójimo, es bueno considerar – al igual que ocurre con las demás contrariedades – que en el mal, no solo hay mal. La conducta cuestionable de quienes nos rodean y que constituye para nosotros un motivo de sufrimiento, no es totalmente negativa, sino que ofrece ciertos beneficios.
Estos defectos nos ayudan también a no esperar del prójimo la felicidad, la plenitud o la realización que solo podemos encontrar en Dios quien nos invita a “enraizarnos” en Él.  A veces es tras una decepción en la relación  con alguien  de quien esperamos mucho (seguramente demasiado) como aprendemos a profundizar en la oración y en la intimidad con Dios, a esperar de Él esa plenitud, esa paz y esa seguridad que únicamente su amor infinito puede garantizarnos. Cuando los demás nos hacen pasar de un amor “idolatra” (un amor que espera demasiado) a un amor realista, libre y, por lo tanto, finalmente dichoso. El amor romántico siempre se verá amenazada por las decepciones: la caridad jamás, porque no busca su propio interés. (Pablo, 1 Cor.13, 5).

Jacques PHILIPPE.


EL PECADO DE LOS DEMÁS NO ME QUITA NADA.

En lugar de perder el tiempo y desperdiciar energías acusando a los demás de lo que no marcha bien en nuestra vida, o reprochándole lo que consideramos que nos quitan, es preciso esforzarse en adquirir una autonomía espiritual, profundizando en la relación personal con Dios, fuente única e inagotable de todo bien, y creciendo en la fe, la esperanza y el amor desinteresado. Debemos convencernos de una vez por todas de que el hecho de que los demás sean pecadores, a mí no me impide convertirme en santo; que nadie me priva de nada y que, al atardecer de mi vida, cuando me encuentre cara a cara con Dios (que nunca permitirá que carezca de todo lo necesario para avanzar espiritualmente y humanamente), no cometeré la niñería de acusar a los demás de mi falta de progreso espiritual.

Jacques PHILIPPE




domingo, 20 de octubre de 2013

LOS EVANGELIOS.



Dice el prólogo de S. Lucas: “muchos han emprendido la tarea de componer un relato de los hechos que se han verificado entre nosotros”. En otro tiempo, entre los judíos, muchos pretendían tener el don de profecía, pero algunos eran falsos profetas. Igualmente ha ocurrido en tiempo del Nuevo Testamento, en que muchos “han intentado” escribir unos evangelios, pero no todos han sido aceptados. Estas palabras “han intentado” contienen una escondida acusación contra los que sin poseer la gracia del Espíritu Santo, se han lanzado a la redacción de evangelios. Mateo, Marcos, Lucas y Juan no “han intentado” escribir, sino que son ellos los que, llenos del Espíritu Santo, han escrito los verdaderos evangelios.

La Iglesia posee, pues, cuatro evangelios; los herejes tienen gran cantidad de ellos. “Muchos han intentado escribir”, pero solamente cuatro evangelios han sido aprobados; y de éstos debemos sacar para ponerlos a la luz, lo que hay que creer de la persona de nuestro Señor y Salvador. Sé que existe un evangelio que llaman “según Tomás” otro “según Matías” y todavía leemos algunos otros para no dar la impresión de ser ignorantes, frente a los que se imaginan que saben alguna cosa cuando conocen estos textos. Pero en todo ello no aprobamos más que lo que aprueba la Iglesia; solo se deben admitir cuatro evangelios.

 

ORIGENES

(185 – 253).

 

jueves, 17 de octubre de 2013

JOSE, LA FE DEL PADRE.




De él sabemos más bien poco. Solo lo esencial: ha sido el padre adoptivo de Jesús. Comprendió la grandeza de los designios de Dios por ese niño que esperaba María, su prometida. Cogió a María por esposa y aceptó ser padre del Mesía. Sencillamente.
De él, no se sabe casi nada, y sin embargo, José es el que, aparte de María,  ha permitido que todo se posibilite y tome forma. Por él se cumplieron las Escrituras que querían que el Mesías sea de la estirpe de David. Es bajo la mirada de un José silencioso que madura la palabra de vida y de luz de Cristo. Es porque él asume plenamente su misión y su responsabilidad de padre  adoptivo, porque está vigilante, se compromete y escoge amar a Jesús como su hijo, que hace la voluntad de Dios. Y, dócil y feliz por servir a su Dios cumpliendo con su papel lo mejor que sabe y puede, él nos indica el camino que no es otro más que el de la santidad.
¿Cómo no vamos a asociar san José a ese mes de cierre del Año de la Fe, iniciado por Benedicto XVI hace un año? Después del “SI” de María, José ha sido el primero en cumplir este acto de fe magnífico. Ha escogido confiar. Treinta años antes de la entrada en la vida pública de Jesús, su padre ha aceptado resueltamente dejarse conducir por ese ser desvalido nacido en paja. En la tierra como en el cielo.
No se sabe cuando murió José. Se piensa que murió antes de la manifestación pública de Jesús. Gusta pensar en esos años pasados con María y Jesús. Las noches cortas de los primeros meses, los primeros pasos agarrados a su mano, las primeras herramientas para aprender el oficio, los primeros éxitos, los amigos, los enfados, las risas locas, las comidas juntos, la oración en casa y en la sinagoga, las fiestas religiosas juntos…
José, el Fiel, el Justo, el Silencioso, el Instrumento de Dios, es el mayor santo de todos los tiempos, después de María. Y, es esa sencillez, fruto de su confianza y abandono, el sentido de la responsabilidad y el compromiso al servicio del otro, la perseverancia y la humildad, que deben ayudarnos a crecer. Por lo menos, podemos empezar a poner nuestros pasos en los de José. José no está nunca lejos de Jesús y María.


Jean-Baptiste DE FOMBELLE

domingo, 13 de octubre de 2013

LA AMISTAD.


Amad a todo el mundo con un amor grande de caridad, pero no tengáis trato de amistad más que con los que podéis intercambiar cosas buenas. Si intercambiáis en el terreno del conocimiento, ciertamente que vuestra amistad es laudable; más aún si compartís con ellos en el terreno de la prudencia, de la discreción, de la fuerza y de la justicia. Pero si vuestra relación está fundada sobre la caridad, la devoción y la perfección cristiana, ¡Dios mío, Qué preciosa será vuestra amistad! Será excelente porque viene de Dios, excelente porque tiende a Dios, excelente porque Dios es su lazo de unión, porque durará eternamente en Dios. ¡Qué bueno es amar sobre la tierra como se ama en el cielo, aprender a amarse en este mundo como se ama en el cielo, aprender a amarse en este mundo tal como lo haremos eternamente en el otro!

Yo no hablo aquí del simple amor de caridad, porque éste se debe a todos los hombres; hablo de la amistad espiritual mediante la cual dos o tres, o muchos, comulgan en la vida espiritual y se hacen un solo espíritu entre ellos. Con todo derecho, estas almas dichosas pueden cantar: ¡Ved qué dulzura, qué delicia, convivir los hermanos unidos! Me parece que todas las demás amistades no son otra cosa que la sombra de ésta. Para los cristianos que viven en el mundo es necesario que se ayuden unos a otros con santas amistades; mediante ellas, se ayudan, se sostienen, se acompañan mutuamente hacia el bien. Nadie podrá negar que nuestro Señor haya amado con una amistad del todo dulce y del todo especial a san Juan, a Lázaro, a Marta y a Magdalena, porque la Escritura da testimonio de ello.

 

S. FRANCISCO DE SALES.

(1567 – 1622).

jueves, 10 de octubre de 2013

NUESTRA COMPLICIDAD REFUERZA EL MAL.



Tenemos que aprender a detectar el mal especialmente en el terreno de la palabra.
Cuando nos fijamos demasiado en lo que no marcha bien, cuando lo convertimos en el tema preferido de nuestras conversaciones, cuando nos quejamos de los problemas, nuestros o de la sociedad, acabamos proporcionando  al mal más consistencia de la que en realidad posee. A veces nuestra manera de deplorar el mal solo logra reforzarlo. He oído decir a alguien “No me voy a pasar la vida denunciando al pecado: sería hacerle demasiado honor. Prefiero alentar el bien antes que condenar el mal.” Creo que se equivoca. No se trata de condenar al que hace el mal, sino al mal mismo. La postura que recomendamos no es la del avestruz que se niega a ver la realidad, ni la de impedir que se actué, sino ese optimismo propio de la caridad y del amor desinteresado que permite movilizar todas nuestras energía hacia el bien. Tenemos que volver a leer Pablo en:   
1 Co 13, 5-7.
Es grave la perversa satisfacción que se apodera de nosotros al detectar y poner en evidencia el mal con el propósito de justificar nuestros rencores y amarguras; lo cual representa una cómoda manera de descargarlos sobre cuántos nos rodean, cuando en realidad su origen se encuentra en el vacío espiritual que anida en el hombre y en la insatisfacción que genera. ¿Será tan grande el vacío interior que tienen que fabricar enemigos para existir?

Jacques PHILIPPE

sábado, 5 de octubre de 2013

RECONOCER A CRISTO POBRE.


¿Deseas honrar el Cuerpo de Cristo? No lo desprecies cuando lo contemplas desnudo en los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir lo abandonas en su frio y desnudez. Porque el mismo que ha dicho: ·Eso es mi cuerpo, afirmó también, tuve hambre y no me diste de comer y siempre que dejasteis de hacerlo a uno de esos pequeñuelos, a mí en persona lo dejasteis de hacer. Dios no tiene necesidad de vasos de oro, sino de alma semejantes al oro.

No os digo esto con el fin de prohibir la entrega de dones preciosos para los templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones e incluso por encima de ellos, debe pensarse en la caridad para con los pobres. ¿De qué serviría adornar la mesa de Cristo con vasos  de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Piensa pues, que esto es lo que haces con Cristo cuando lo contemplas errante y peregrino y sin techo y, sin recibirle, te dedicas a adornar el pavimento, las paredes y las columnas del templo; con cadenas de plata sujetas lámparas, y te niegas a visitarlo cuando él está encadenado en la cárcel. Con esto que te digo no pretendo impedirte hacer tales dones, sino que te exhorto a acompañar, o mejor, a preceder esos actos por obras a favor de tu hermano. Por tanto, al adornar el templo, procura no despreciar al hermano necesitado, porque este templo en mucho más precioso que aquel otro.

 

S. JUAN CRISOSTOMO

(349 – 407).