jueves, 28 de noviembre de 2013

¿QUÉ PASARÁ AL FIN DEL MUNDO?

¿QUÉ PASARÁ AL FIN DEL MUNDO?

Nuestro Señor Jesucristo vendrá de los cielos en el fin del mundo, en el último día; porque este mundo tendrá un fin, y el mundo creado será renovado. Puesto que, efectivamente, la corrupción, el robo, el adulterio y las faltas de toda clase han llegado a toda la tierra, para que esta admirable morada no quede llena de injusticia, este mundo pasará y se inaugurará uno más bello.
Escucha lo que dice Isaías: se enrollan como un libro los cielos y todo su ejército palidece como palidece el sarmiento de la cepa, como una hoja mustia de higuera. También el Evangelio dice: el sol se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo. No nos aflijamos como si sólo tuviéramos que morir nosotros: también las estrellas morirán, pero quizás resuciten. El Señor enrollará los cielos, no para destruirlos, sino para resucitarlos aún más bellos. Escucha cómo habla el profeta David: al principio cimentaste la tierra, y el cielo es obra de tus manos: ellos perecerán, pero tú permaneces. Serán como un vestido que se muda. Escucha también lo que dice el Señor: el cielo y la tierra pasarán pero mis palabras no pasarán; es que el peso de las cosas creadas no se puede igualar con las palabras del Señor.

San CIRILO DE JERUSALÉN.

(315 – 386)  

miércoles, 20 de noviembre de 2013

NOÉ.

El sabio Noé, siguiendo la orden de Dios, se embarcó en el arca con sus hijos y sus mujeres. Gimiendo sin cesar, Noé oraba así: “No me hagas perecer con los pecadores, Salvador mío. Las nubes están preparadas, el cielo está revuelto. Los ángeles vienen a la vanguardia de tu cólera”. Dichas estas palabras, Dios cerró el arca y la selló, mientras su fiel exclamaba: “Por el amor que nos tienes, salva a todos los hombres de la cólera, Redentor del universo”. El Juez, desde lo alto del cielo, da una orden: inmediatamente se abren las esclusas, se precipitan las lluvias, torrentes de agua y granizo de una parte a otra del mundo. Este fue el efecto de la cólera de Dios porque los humanos habían perseverado en su endurecimiento y no se  habían apresurado a suplicarle con fe: “Por el amor que nos tienes, salva a todos los hombres de la cólera, Salvador del universo”.
Seguidamente, el coro de los ángeles, viendo destruidos a los hombres carnales, gritaba: “¡Ahora los justos poseen toda la extensión de la tierra!”. Noé suelta la paloma y esta vuelve al atardecer con un ramo de olivo en el pico, que, simbólicamente, anuncia la misericordia de Dios. Entonces, Noé sale del arca como de su sepulcro. Han muerto la corrupción y la iniquidad; el hombre recto de corazón triunfa por su fe porque ha encontrado gracia.

ROMANO EL MELÓDICO.
(+560 )





lunes, 18 de noviembre de 2013

LA MEDITACIÓN

La verdadera razón por la cual no llegas a poder meditar es ésta ¡y no me equivoco! Comienzas la meditación agitado y lleno de ansiedad. Esto es suficiente para que no alcances nunca lo que buscas, porque tu espíritu no está concentrado sobre la verdad que meditas y no hay amor en tu corazón. Esta ansiedad es vana. No sacarás de ella más que un gran cansancio espiritual y una frialdad del alma, sobre todo a  nivel afectivo. Contra ello no conozco otro remedio que éste: salir de este estado de ansiedad. Éste es, en efecto, uno de los mayores obstáculos para la práctica religiosa y la vida de oración.
De ninguna manera quiero dispensarte de la meditación simplemente porque te parece que sacas ningún provecho de ella. A medida que vayas haciendo vacío en ti mismo, verás como te irás desprendiendo de este apego, y el Señor te hará el don de la oración que tiene guardado en su diestra.

San PÍO DE PIETRELCINA.

(1887 – 1968)     

miércoles, 13 de noviembre de 2013

LA ALEGRÍA, UNA URGENCIA.



Somos muchos los que procuramos ayudar a una persona depresiva, marido, hijo, hermano, amiga o compañera de trabajo. Ese oscuro fenómeno, la depresión, cuyas causas parecen ser a la vez psíquicas y fisiológicas, desorienta. La tradición monástica identifica también como peligro mayor para la vida espiritual lo que llama “acedía”, la falta de aprecio por la oración y la vida espiritual, acompañada por un sentimiento de tedio y de tristeza. Etimologicamente, la palabra sugiere negligencia e indiferencia, luego esta falta de interés, de energía y de deseo que caracteriza a los depresivos.
Creyentes y no creyentes están igualmente impotentes frente a ese mal-estar, incluso si la fe anima algo la esperanza de los primeros. ¿Cómo volver a dar gusto y sabor a las ganas de vivir de una persona que da la espalda a todo? ¿Que todo aburre y abruma? Cuando se trata de una persona querida, hasta ahora bien viva y anímica, y que vemos de pronto depresiva y abatida por lo que parece una vida espiritual, uno se siente la más de las veces, impotente y capaz solamente – lo que ya es mucho – de estar a su lado perseverando en la oración.
En los casos más ligeros, podemos sin embargo preguntarnos si no tenemos una responsabilidad en ese abandono, esa tristeza. Los monjes condenaban la acedía como una aflicción culposa y su enseñanza se parece en alguna forma a la del Rabí Nahman de Bratislava, en el siglo XVIII que insistía sobre la lucha contra el abatimiento y la tristeza. Veía en la alegría una obligación espiritual urgente .
Sus exhortaciones a la alegría a pesar de todo lo llevaba a decir: “Hay que obligarse a la alegría”.  Esta enseñanza viene a recordarnos que a pesar de que todo es gracia, la persona debe también coger los acontecimientos y los vaivenes espirituales a brazo partido. ¿Jacob no tuvo que luchar contra Dios mismo?


Katell BERTHELOT. 

domingo, 10 de noviembre de 2013

TENED ENCENDIDAS LAS LÁMPARAS.



¿Qué hay que hacer para vencer la debilidad del alma? Para ello hay dos medios: la oración y el desprendimiento de sí. El Señor Jesús nos recomienda velar. Es preciso velar si queremos que nuestro corazón sea puro, pero hay que hacerlo en paz para que nuestro corazón quede afectado. Porque puede estar afectado por cosas buenas y por cosas malas, interior o exteriormente.  Así pues es preciso velar.
Habitualmente, la inspiración de Dios es una gracia discreta; no debemos rechazarla; si nuestro corazón no está atento, la gracia se retira. La inspiración divina es muy precisa; igual que el escritor dirige su pluma, así la gracia de Dios dirige el alma. Intentemos, pues, llegar a un mayor recogimiento interior.
El Señor quiere que deseemos amarle. El alma que permanece en vela se da cuenta cuando cae y que, por sí sola, no puede evitar caer; por eso siente la necesidad de la oración. La suplica está fundada sobre la certeza de que, por nosotros mismos, nada podemos hacer, pero que Dios lo puede todo. La oración es necesaria para obtener luz y fuerza.

San MAXIMILIANO KOLBE.
(1894 – 1941)  


miércoles, 6 de noviembre de 2013

SABER INTERPRETAR EL TIEMPO PRESENTE.



EN el Evangelio, Jesús critica a aquellos que saben reconocer el aspecto del cielo (Lc.12,54-59), pero no han sido capaces de descubrir el tiempo en el que era urgente creer en el reino de los cielos. El mismo Señor Jesucristo comenzó así su predicación: Convertíos porque está cerca el reino de los cielos. Juan Bautista, su precursor, había comenzado de la misma manera: convertíos porque está cerca el reino de los cielos. Y ahora el Señor censura a los que no quieren convertirse a pesar de que el reino de los cielos está cerca.
Pertenece a Dios saber cuando vendrá el fin del mundo: sea cuando sea, ahora es el tiempo de la fe. Para  cada uno de nosotros el tiempo está cerca , porque somos mortales. Caminamos entre peligros. Si fuéramos de cristal, temeríamos menos. ¿Hay algo más frágil que un recipiente de cristal? Sin embargo , puede durar siglos: tememos que caiga , pero no le daña la vejez ni la fiebre. Somos, pues, más frágiles y más débiles, y esta fragilidad cada día nos hace temer todos los accidentes que constantemente acechan la vida de los hombres. El hombre evita las desgracias, ¿pero puede evitar la última hora? Evita lo que viene del exterior; ¿puede echar fuera de sí
 lo que lleva dentro de sí? A veces cualquier enfermedad lo asalta de repente. En fin, el hombre habrá podido ir salvando escollos toda su vida, pero cuando al fin llegue la vejez ya no habrá prórroga.

SAN AGUSTÍN