miércoles, 30 de abril de 2014

LA MISERICORDIA.


 
La misericordia de Dios es su mayor atributo porque es la suma y la esencia de su Poder, de su Sabiduría y de su Bondad. Es la convergencia de esos tres atributos.

La misericordia nos ha sido revelada plenamente en Jesucristo, sin embargo es preciso que lo entendamos correctamente. La misericordia no es la compasión, no es el paso libre para “pecar descaradamente” porque sabemos que al final, podemos librarnos. Como veremos, la misericordia no elimina el castigo, sino al contrario, asegura que cada castigo servirá de remedio misericordioso. “Misericordia y justicia son inseparables: la justicia sin misericordia es crueldad, la misericordia sin justicia es desintegración”, dice Santo Tomás de Aquino.

La misericordia no anula la justicia, sino más bien la trasciende y convierte al pecador en un justo llevándolo al arrepentimiento y a la apertura al Espíritu Santo.

 

Scout HAHN

Señor, ten piedad.

sábado, 26 de abril de 2014

¡ DUC IN ALTUM !



¡ Rema mar adentro!  Caminemos con esperanza! La vida se abre ante la Iglesia como un océano inmenso en el cual hay que aventurarse, contando con la ayuda de Cristo. El Cristo contemplado y amado nos invita una vez más a ponernos en camino: Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. El mandato misionero nos invita a tener el mismo entusiasmo de los cristianos de los primeros tiempos. Para ello, podemos contar con la fuerza del  mismo Espíritu Santo que fue enviado en Pentecostés y que nos empuja hoy a partir animados por la esperanza que no defrauda.

Nuestra andadura debe hacerse más rápida al recorrer los senderos del mundo. Los caminos por los que cada uno de nosotros y cada una de nuestras Iglesias caminan son muchos, pero no hay distancias entre quienes están unidos por la única comunión, la comunión de cada día se nutre de la mesa del Pan Eucarístico y de la Palabra de vida. Cada domingo, Cristo resucitado nos convoca de nuevo como en el Cenáculo, donde al atardecer del día primero de la semana se presentó a los suyos para exhalar sobre ellos el don vivificante del Espíritu e iniciarlos en la gran aventura de la evangelización.

 

San JUAN PABLO II

miércoles, 23 de abril de 2014

AL PARTIR EL PAN.



En aquella misteriosa mañana de Pascua, dos discípulos se alejan de Jerusalén y se dirigen a Emaús. En el camino se acerca el Señor mismo, mientras están totalmente ocupados en la discusión sobre lo que ha ocurrido. No pueden aceptar que Aquel en quien habían esperado tanto haya sido vencido y aplastado y sepultado.
Cuando por fin dejan hablar al Viandante que camina con ellos, este les pregunta por el motivo de su animada conversación. Mientras, se empieza a ablandar su corazón, llegan a Emaús entonces invitan al Forastero a que se quede con ellos. Le ofrecen el pan. Él lo toma, lo bendice, lo parte y, en ese momento, lo reconocen. Pero él desaparece de su vista. Quedan solo ellos dos y el Pan partido y bendecido, es decir el Señor. Entonces entienden que la Iglesia es el Cuerpo de Cristo y que lo que estaban discutiendo por el camino en referencia a Cristo está ocurriendo también en su vida: todo lo que vivimos , pero no entendemos  porque nos causa malestar , todo lo que nos hace sufrir porque nos han derrotado, ofendido o humillado, al final se desvela a la luz del Cuerpo glorioso del Señor resucitado. Por eso, podemos mirar con certeza hacia la última etapa, hacia la resurrección en el cuerpo glorioso.
Ojala podamos descubrir cómo nuestra vida, con todo lo que quizás no entendemos porque es difícil y doloroso, pertenece a Cristo y por eso la podemos encontrar también glorificada.

Pablo CERVERA BARRANCO.


domingo, 20 de abril de 2014

EL CAMINO ESTÁ TRAZADO.



Hoy celebramos la fiesta más importante del calendario litúrgico: la resurrección del Señor.es el día en que expresamos nuestra mayor alegría porque Jesús ha vencido la muerte, POR su muerte, y ha abierto un nuevo camino, el camino del cielo venciendo la muerte.. Jesús resucitado derrama sobre nosotros el Espíritu Santo y ya podemos llamar “PADRE” a Dios. A través de Cristo llegamos hasta Dios. Algo totalmente inesperado, que supera todas las expectativas de la esperanza humana, ha sucedido. Nosotros lo celebramos llenos de entusiasmo.

Cuesta imaginar la resurrección porque supone un estado nuevo para la humanidad de Cristo del que nosotros no tenemos experiencia. La liturgia es rica en signos que nos hacen comprender que la caducidad de nuestra carne ha tocado a su fin y ya no es la medida de nuestra existencia. Si el peso del pecado nos arrastraba hacia abajo, ahora Jesús resucitado nos atrae más alto.

Nuestro corazón experimenta un  desahogo, una liberación que el apóstol nos recuerda: aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra. Expresamos nuestra alegría con el canto del Aleluya, especialmente solemne en la vigilia pascual. En  la resurrección de Cristo se manifiesta que el amor es más fuerte que el pecado y que la muerte.

La salvación de Cristo se ha de propagar como lo hacen en la vigilia pascual, que van extendiendo a partir de un solo cirio pascual por todo el templo. Esas velas nos representan, a nosotros que hemos recibido una vida nueva por el bautismo y que nos dejamos guiar por la luz de Cristo resucitado. Ya podemos confesar con alegría nuestros pecados, seguros de la acogida del Señor; su luz es capaz de iluminarnos en todas las circunstancias de nuestra vida, disipando cualquier tiniebla; la gracia nos impulsa a practicar el bien y a luchar contra el mal porque ÉL ESTÁ PRESENTE.

 

David AMADO FERNÁNDEZ

 

 

martes, 15 de abril de 2014

¿ PUDO JUDAS SALVARSE ?


¿PUDO JUDAS SALVARSE?


Judas había expresado su arrepentimiento. He pecado entregando sangre inocente. Pero el diablo, que había entendido estas palabras, comprendió que Judas estaba en el buen camino y esta transformación le asustó. Después reflexionó: “Su maestro es benevolente, en el momento que fue traicionado por él, lloró por su suerte, sería extraño que no lo recibiera cuando se arrepintiera con toda su alma y reconociera su culpa. ¿No fue crucificado por esto?” Tras estas reflexiones, introdujo una profunda tristeza en el corazón de Judas, y lo empujó a una inmensa desesperación, lo desconcertó, y le acosó hasta que le empujó al suicidio para privarle de la vida, después de despojarle de sus sentimientos de arrepentimiento.
No hay duda de que, de haber estado aún vivo, se habría salvado: solo hay que ver el ejemplo de los verdugos. En efecto, si Cristo ha salvado a los que le crucificaron, si, incluso en la cruz, ruega al Padre e intercede por el perdón de sus pecados ¿Cómo no habría acogido al traidor con una benevolencia total, demostrada la sinceridad de su conversión? Pedro le negó tres veces después de participar en la comunión de los santos misterios, y sus lágrimas le absolvieron. Pablo, el perseguidor, el blasfemo, el presuntuoso que no solo persiguió al Crucificado, sino a todos sus discípulos, se convirtió en apóstol después de su conversión. Dios solo nos pide una ligera penitencia para concedernos el perdón de nuestros pecados.

San JUAN CRISOSTOMO.
(349 – 407)


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sábado, 12 de abril de 2014

EL HOMBRE A SU MUJER...



Háblale así a tu esposa: “Te he escogido, te amo y te prefiero más que a mi propia vida. Si se nos concede agradar a Dios durante esta vida, eternamente estaremos con Cristo y el uno con el otro en una felicidad sin límites. Tu amor me llena de gozo más que todo y no conocería una desdicha más insoportable que estar separado de ti. Aunque tuviera que perderlo todo, llegar a ser más pobre que un mendigo, arriesgar los más grandes peligros, todo me sería soportable con tal de que permaciera tu afecto hacia mí”

Será también necesario que tu conducta sea conforme a estas palabras. Demuestra a tu mujer que aprecias mucho el poder vivir con ella y que, por ella, prefieres estar en casa que en la plaza. Prefiérala a todos los amigos.

Haced en común vuestras oraciones. Que cada uno vaya a la iglesia y en casa el marido pregunte a su mujer, y la mujer a su marido, qué es lo que allí se ha dicho y leído. Aprended el temor de Dios; todo lo demás irá viniendo como de una fuente y vuestra casa se llenará de bienes innumerables. Aspiremos a los bienes incorruptibles, que los otros no nos faltarán. Buscad primero el reino de Dios, y todo lo demás se os dará por añadidura.

 

San JUAN CRISOSTOMO

viernes, 11 de abril de 2014

UN NUEVO ORDEN EN EL TRIBUNAL.




Los actos de contrición de Israel eran profundos y personales. Indudablemente eran memorables y tienen que haber producido un efecto duradero en las vidas de muchas personas.
No podemos valorar en absoluto el Nuevo Testamento si no entendemos los sacramentos del Antiguo Testamento. Jesús no vino  substituí algo malo por algo bueno; mas bien, vino a tomar algo grande y santo y lo llevó a un cumplimento divino. La Antigua Alianza no murió agotada y exhausta, sino que adquirió ida nueva con la Nueva Alianza de Jesucristo.
“Errar es humano, perdonar es divino” dijo Alexander Pope. La fe en el poder de Cristo para perdonar los pecados es una señal del creyente. El día que resucitó de la muerte, Jesús dijo a sus discípulos: La paz sea con vosotros… Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les son perdonados, a quienes se los retengáis, les son retenidos. (Jn 20, 22-23). Estaba nombrándoles sacerdotes para administrar un sacramento, pero también juece3s para juzgar la actuación de los creyentes.
Cuando los discípulos oían a Jesús hablar de perdón y de confesión, le comprendían gracias a lo que ya conocían. Así ce cerró la Antigua Alianza por dar paso a la Nueva Alianza.
El cristianismo no abandonó bruscamente el pensamiento y las prácticas del antiguo Israel. Difícilmente lo hubieran aceptado los contemporáneos de Jesús. La Didaché o Enseñanza de los Apóstoles, redactada en torno al año 48 d.C,  dice: “en la Iglesia, confiesa tus pecados, y no te acerques a tu oración con mala conciencia.” La doctrina de la Iglesia sobre la penitencia se ha desarrollado a lo largo del tiempo, pero si ciertos aspectos pueden parecer distintos de una época a la otra, el sacramento continúa siendo el mismo.

Scott HAHN.

Señor, ten piedad.

domingo, 6 de abril de 2014

LA CRUZ.


 
Quizá se pueda entender algo del amor de Dios a través del amor materno, porque el amor de una madre no es solo caricias y besos; es, sobre todo, sacrificio. De la misma manera, a Jesús el amor lo llevó a la cruz, cosa que muchos consideran una locura. Pero sólo esa locura salvó a la humanidad y ha forjado santos. En efecto, los santos son hombres capaces de comprender la cruz. Hombres que siguiendo a Jesús, el Hombre-Dios, han tomado la cruz de cada día como lo más preciosos de la tierra; la han esgrimido a veces como un arma y se han hecho soldados pacíficos de Dios, la han amado toda su vida y han conocido y experimentado que la cruz es la llave, la única llave que abre un tesoro,   el tesoro. Abre poco a poco las almas a la comunión con Dios.

La cruz es, en resumen, el instrumento necesario por medio del cual penetra lo divino en lo humano y el hombre participa con más plenitud en la vida de Dios, elevándose desde el reino de este mundo al reino de los cielos. Pero es   preciso tomar la cruz, despertarse por la mañana esperándola, sabiendo que solo por medio de ella nos llegan esos dones que el mundo no conoce; esa paz, ese gozo y ese conocimiento de las cosas divinas que se le escapa a la mayoría, la cruz… algo tan común. Tan fiel que no falta ningún día a la cita. Bastaría cogerla para hacernos santos. La cruz, emblema del cristiano, que el mundo no quiere porque cree que, huyendo de ella, huye del dolor y no sabe que ella abre de par en par el alma de quien la ha comprendido, al reino de la luz y del amor, de ese amor que el mundo tanto busca pero que no tiene.

 

Chiara LUBICH

 

miércoles, 2 de abril de 2014

BIENAVENTURADOS LOS POBRES.


El Evangelio no termina de sorprendernos con su sabiduría, qué verdad encierra y cuanta luz arroja  - ni más ni menos que la necesaria -  sobre la condición del hombre. Posee la increíble facultad (o la fuerza) de hacer de nosotros seres libres, de hacernos capaces de amar de verdad, de humanizarnos realmente  - o lo que es lo mismo-  de divinizarnos, pues hemos sido creados a la imagen de Dios.
En el centro del Evangelio están las Bienaventuranzas, con la primera que las resume todas: Bienaventurados los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. La pobreza espiritual, la absoluta dependencia de Dios y de su Misericordia son las condiciones para la libertad interior.
¡No tengáis miedo de vosotros mismos! ¡No temáis lo  que sois, vuestra realidad, esa realidad que afronta cualquier ser humano en la que Dios planta se tienda para habitar con vosotros! Solo en la medida en que te descubras a ti mismo, descubrirás la hondura de su amor. En lo profundo de lo que tú eres, experimentarás que no estás solo, alguien ha penetrado en el misterio de tu humanidad más íntima, no como espectador, no como juez, sino como alguien que te ama, que se ofrece y se une a ti para liberarte, para salvarte, para sanarte… para quedarse siempre contigo, amándote.

Jacques PHILIPPE

(FIN)