jueves, 29 de mayo de 2014

MI CARNE ES VERDADERA COMIDA.


El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. ¿Cómo no alegrarse por esa promesa? Pero hemos escuchado que, ante aquel primer anuncio, la gente en vez de alegrarse, comenzó a discutir y a protestar: ¿Cómo puede este darnos de comer su carne? En realidad, esta actitud se ha repetido muchas veces a lo largo de la historia. Se podría  decir que, en el fondo, la gente no quiere tener a Dios tan cerca, tan a la mano, tan participe en sus acontecimientos. Pero son muy claras las palabras que Cristo pronunció en esa circunstancia: Os aseguro que, si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros. Realmente tenemos necesidad de un Dios cercano.

Ante el murmullo de protesta, Jesús habría podido conformarse con palabras tranquilizadoras. Habría podido decir: "Amigos, no os preocupéis . he hablado de carne, pero solo es un símbolo. Lo que quiero decir es que se trata sólo de una profunda comunión de sentimientos". Pero no, mantuvo firme su afirmación, todo su realismo, a pesar de la defección de sus mismos apóstoles con tal de no cambiar en nada lo concreto de su discurso: ¿También vosotros queréis marcharos? Gracias a Dios, Pedro dio una respuesta que también nosotros, hoy, con plena conciencia, hacemos nuestra: Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna.

 

BENEDICTO XVI.

 

domingo, 25 de mayo de 2014

EL DIACONADO.



 

Los “Hechos de los Apóstoles”  hablan desde el principio del creciente número de quienes seguían a Cristo. Eran muchos los atraídos por el Señor. Pero era preciso también organizarse humanamente, según las enseñanzas de Cristo. Hablan de un problema particular: las viudas de lengua griega eran desatendidas en el suministro diario. No bastaba con el deseo de poner los bienes en común, ni con la generosidad de cada uno, sino que era preciso ordenar bien las cosas. Aquella situación dio lugar a la institución del diaconado. Pero allí se describe un criterio claro. Los apóstoles dicen: No nos parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración.

El papa Francisco, en más de una ocasión, ha señalado que la Iglesia no puede confundirse con una ONG. Y el mismo Papa, muchas veces con sus gestos y palabras, nos ha enseñado a mirar a los necesitados y a atenderlos. Así, la Iglesia que está en el mundo, también aparece en todos los aspectos, como un hogar para el hombre, pero dejaría de serlo si relegáramos la Palabra de Dios, si descuidáramos los sacramentos, si abandonáramos la liturgia, si perdiéramos esa conexión con el Señor, que es camino, verdad y vida. Al mismo tiempo, seguir a Jesús nos lleva a una compasión plena hacia todos, que no se agota en la ayuda que podamos ofrecerles aquí, sino en mostrarles a Jesús, que nos revela al Padre y nos conduce hacia Él.

 

David AMADO FERNÁNDEZ

 

jueves, 22 de mayo de 2014

VERDAD Y VERACIDAD.


 

 

San Gregorio de Nisa habla con nostalgia de la capacidad que tenían los primeros hombres en el paraíso y que perdieron. La conciencia pura y transparente del hombre inocente no tenía velos. Adán hablaba con Dios y conocía perfectamente su compañía y todo el universo. Podía expresar todo lo que ocurría dentro de sí mismo. Pero justo después del pecado, se escondió, se avergonzó, dejó de tener la simplicidad del niño, necesitaba vestirse.

Hoy la gente dice que le gusta la apertura, la sinceridad, la veracidad, la sencillez. Pero la cuestión es más complicada de lo que parece. Si todos revelaran a los demás sus pensamientos más escondidos a sus parientes, difícilmente podrían vivir juntos. La convivencia humana se parecería a una ciudad en la que se tira la basura por la ventana. La veracidad y la sinceridad son virtudes del paraíso, pero no vivimos en él.

No siempre conocemos la verdad o al menos no claramente. E incluso no siempre decimos la verdad que sabemos. Hay dos clases de verdad: la lógica que es la claridad y la exactitud del conocimiento humano. Y la ontológica que es como la realidad se corresponde con el pensamiento.  Se corresponde con las intenciones de Dios, con la Providencia. Por eso, Cristo reprende a los fariseos que odian la verdad, la verdad no está con ellos, no se preguntan cuál es la voluntad de Dios; siguen el espíritu de la mentira.

La veracidad es la capacidad del hombre de manifestar sus pensamientos a través del lenguaje, de la música, de la pintura y cualquier manifestación verídica.

Tomás SPIDLIK.

(1919 – 2010)

domingo, 18 de mayo de 2014

LA FIESTA DE LA FELICIDAD.


 

 

Jesús dijo: Yo no subo a esta fiesta porque mi tiempo no se ha cumplido todavía. La fiesta más excelente y más verdadera, la fiesta suprema, es la celebración de la vida eterna, es decir, la felicidad eterna donde estaremos realmente cara a cara con Dios. El tiempo que nuestra vida nos concede es para buscar a Dios y experimentar su presencia en todos nuestros trabajos, nuestra vida, nuestro querer, nuestro amor. Por lo tanto debemos elevarnos por encima de nosotros mismos y todo lo que no es Dios, no queriendo y no amando más que a Dios.

Este verdadero tiempo de la fiesta de la vida eterna, todos lo desean, es un deseo natural, puesto que todos los hombres, naturalmente quieren ser felices. Pero el deseo no es suficiente. Debemos seguir y buscar a Dios por sí mismo. A mucha gente le encantaría experimentar un anticipo del verdadero y gran día de la fiesta, y se quejan de que no se les da. Les duele cuando en la oración no experimentan un día de fiesta y no sienten la presencia de Dios. Rezan menos y lo hacen de mal humor, diciendo que no sienten a Dios y que ésta es la razón por la que la acción y la oración se hacen enojosas. Eso es lo que el hombre nunca debe hacer, nunca debemos afrontar cualquier trabajo con tibieza, porque Dios siempre está presente, incluso si no lo sentimos, porque Él ha entrado secretamente en la fiesta.

 

Juan TAULERO

viernes, 16 de mayo de 2014

EL CAMINO MOZÁRABE.


 


Gemondo, persuadido con simplicidad conmovedora de que Gota necesitaba ordenar sus pensamientos, desgranaba pausadamente los frutos de su proverbial prudencia.

- Para poder conservar en todo momento la paz del corazón debemos estar plenamente convencidos de que todo el bien que podamos hacer viene de Dios, y solo de Él; no de nosotros. Recuerda esta frase del Señor: "Sin mí, nada podéis hacer"

Gota guardó silencio por un momento. Haciendo suyas estas palabras. A continuación murmuró :

- Lo comprendo. Pero resulta a veces tan difícil abandonarse en esa total confianza...

- Es humano dudar - aclaró él - No obstante, es esencial que estemos persuadidos de esa verdad: sin Él, no podemos hacer nada. La vida se vuelve con frecuencia dura, dudamos entonces, nos poseen los miedos y parece que todo sucumbe a nuestro alrededor. Él podría ahorrarnos las pruebas, pues tiene sobrado poder para ello; pero las pruebas son necesarias para que lleguemos al convencimiento de nuestra limitación, de nuestra impotencia para hacer el bien por nosotros mismos. ¿Entiendes eso?

Ella le contestó con sencillez:

- Sí. Según el testimonio de las vidas de todos los santos, nos es indispensable poseer esta convicción.

- En efecto, el sabio Diadoco de Foticé decía que, aun en medio de nuestras luchas, conviene siempre que conservemos la paz del espíritu, para que la mente pueda discernir los pensamientos que la asaltan, guardando en la despensa de su memoria los que son buenos y provienen de Dios y arrojando de este almacén natural lo que son malos y proceden del demonio. Y pone por ejemplo el mar que cuando está en calma, permite a los pescadores ver hasta el fondo del agua y descubrir dónde se hallan los peces; en cambio cuando está agitado, se enturbia e impide aquella visibilidad, haciendo inútiles todos los recursos de que se valen los pescadores.

- Pues el agua de mi espíritu debe de estar turbia, porque miro adentro y no consigo ver sino dudas y temores... ¡Con todo lo que tengo que hacer! Me falta confianza... Eso es lo que me pasa.

- Entonces espera hasta obtenerla. Si no confías plenamente, serás incapaz de conseguir nada. La confianza es el preludio imprescindible para las grandes, o pequeñas, cosas que el Señor hará en nosotros con el poder de su gracia.

 

Jesús SANCHEZ ADALID

Copiado de la novela: " El camino Mozárabe" (2012).

miércoles, 14 de mayo de 2014

MI CARNE ES VERDADERA COMIDA.


 

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. ¿Cómo no alegrarse por esa promesa? Pero hemos escuchado que, ante aquel primer anuncio, la gente en vez de alegrarse, comenzó a discutir y a protestar: ¿Cómo puede este darnos de comer su carne? En realidad, esta actitud se ha repetido muchas veces a lo largo de la historia. Se podría  decir que, en el fondo, la gente no quiere tener a Dios tan cerca, tan a la mano, tan participe en sus acontecimientos. Pero son muy claras las palabras que Cristo pronunció en esa circunstancia: Os aseguro que, si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre no tenéis vida en vosotros. Realmente tenemos necesidad de un Dios cercano.

Ante el murmullo de protesta, Jesús habría podido conformarse con palabras tranquilizadoras. Habría podido decir: "Amigos, no os preocupéis . he hablado de carne, pero solo es un símbolo. Lo que quiero decir es que se trata sólo de una profunda comunión de sentimientos". Pero no, mantuvo firme su afirmación, todo su realismo, a pesar de la defección de sus mismos apóstoles con tal de no cambiar en nada lo concreto de su discurso: ¿También vosotros queréis marcharos? Gracias a Dios, Pedro dio una respuesta que también nosotros, hoy, con plena conciencia, hacemos nuestra: Señor, ¿a quién vamos a ir? Tú tienes palabras de vida eterna.

 

BENEDICTO XVI.

 

sábado, 10 de mayo de 2014

LOS NOMBRES DE JESÚS . SEÑOR.


 
Vamos desde el nombre de "Jesús", nombre humano del Hijo de Dios, al "Nombre sobre todos los Nombres", el más alto y más digno de todos los nombres (=de todos los seres), el nombre de quien es "Señor de los señores"; para decirlo de una vez, pasamos al nombre divino de Jesús de Nazaret. del cero al infinito. entre ambos nombres se encuentran todos los demás.

Muchos, muchos años antes del nacimiento de Jesús, la lengua griega tenía un vocablo que llevaba dentro la idea de poder, dominio, fuerza: era la palabra " kýros"; de ella surgió otra que fue determinante para la fe de los cristianos en los primeros siglos, como debe serlo para la nuestra: kýrios, que dice Señor, dueño, amo. se usaba para la vida profano, siempre con algún sentido de autoridad o de dominio. En los pueblos se decía "señor alcalde", "señor cura", médico o maestro¸ y los castellanos viejos se dirigían a su rey llamándolo "Señor".

También la gente se dirigió así a Jesús en su vida terrena, como expresión de respeto o cortesía, quizás equivalente a Maestro, tal como el leproso: "Señor, si quisieras, puedes curarme". Lo mismo cuando los apóstoles fueron por el pollino el domingo de Ramos.

El uso de ese nombre en el lenguaje religioso, se utilizó para los emperadores de Roma como si fueran dioses. Lo que provocó un serio conflicto para los primeros cristianos que profesaban no tener otro Señor, otro Dios fuera de Jesús. esta profesión de fe se convirtió en un grave conflicto de conciencia y causa de martirio.

Cada domingo (día del Señor) los cristianos dicen a Jesús en el Gloria de la Misa: "solo tú eres santo, solo Tú Señor"; lo mismo en el Credo: "Creo en un solo Señor, Jesucristo" .

 

Manuel IGLESIAS GONZÁLEZ.  

 

viernes, 9 de mayo de 2014

FUTURAS GANANCIAS.


 

No es una casualidad que la historia del plan de salvación vuelva con frecuencia sobre los relatos del éxodo, el exilio, la peregrinación y los desplazamientos sin rumbo fijo de los israelitas. El pueblo de Dios está siempre en camino. No se detendrá en toda su vida terrenal. Ellos, y nosotros, o avanzamos en nuestra peregrinación hacia Dios y hacia la tierra prometida, o caminamos a la deriva, deambulando o huyendo a otra parte.

Estamos exiliados en este mundo y nunca debemos perder de vista este hecho. Nunca olvidar quienes somos, de dónde venimos y a donde vamos. Debemos vivir en la tierra, pero debemos vivir para el cielo.

Como el pueblo elegido, hemos de condenar a muerte la idolatría que permanece en nosotros. A causa de la creciente influencia y la atracción de los bienes del mundo, nos alejamos de Dios aún en mayor medida.

Por eso, Jesús enseño el ayuno a sus discípulos; por eso, los apóstoles continuaron ayunando después de la ascensión de Jesús a los cielos; por eso, la renuncia al yo ha sido siempre el sello del auténtico cristianismo y constituye el centro de los cuarenta días de Cuaresma. El sufrimiento nos enseña a apartarnos de los bienes de este mundo y nos libera para atarnos a los bienes del cielo que da un calor inmenso y una alegría profunda pues nos acerca a los sufrimientos del Señor.

 

Scott HAHN

 

domingo, 4 de mayo de 2014

NO JUGUEMOS AL ESCONDITE.


 

Algunas personas opinan: “Bueno, como los católicos dicen sus pecados al confesar, pueden seguir cometiendo pecados siempre que quieran”. El arrepentimiento no es asunto exclusivamente católico; es lo mismo en cualquier religión que haga hincapié en él. El arrepentimiento tiene que ser auténtico, así como el firme propósito de enmienda. Lo cierto es que, a menos que el pecador esté realmente arrepentido, el sacramento no confiere en absoluto la absolución y los pecados no son perdonados. Y aún más, el pecador ha añadido el pecado de sacrilegio.

Cada vez que acudimos al sacramento de la penitencia, debemos confesar todos y cada uno de los pecados mortales cometidos desde nuestra última confesión. Si ocultamos alguno de ellos, nuestra confesión no es válida. Un sacramento es un juramento ante Dios, semejante silencio representa un perjurio.

En la confesión no estamos diciendo a Dios algo que Él no conozca ya. Conocía el pecado de Adán cuando le invitó a confesarlo. Conocía el de Caín también. Desea que nos confesemos, no por su bien, sino por el nuestro, porque sabe que la confesión es un paso importante en nuestro proceso de curación hacia la santidad.

 Scott HAHNN.