martes, 26 de mayo de 2015

¿ SABEMOS AMAR ?


Si el mundo supiera lo que es amar un poco a Dios, también amaría al prójimo. Al amar a Jesús, al amar a Cristo, también forzosamente se ama lo que Él ama. ¿acaso no murió Jesús de amor por los hombres? Pues al transformar nuestro corazón en el de Cristo, también sentimos y notamos sus efectos. Y el más grande de todos es el amor a la voluntad del Padre, el amor a todo el mundo que sufre, que padece. Es el padre, el hermano lejano, sea inglés, japonés o trapense; también el amor a María. En fin ¿quién podrá comprender el Corazón de Cristo? Nadie, pero chispitas de ese Corazón  hay quien las tiene, muy ocultas, muy en silencio, sin que el mundo se entere.

El camino es la dulce Cruz, es el sacrificio, la renuncia, a veces la batalla sangrienta que se resuelve en lágrimas del Calvario, o en el huerto de los Olivos; el camino, Señor, es ser el último, el enfermo, el pobre oblato trapense que a veces sufre junto a tu cruz. La suavidad del dolor sólo se goza sufriendo humildemente por tí. Las lágrimas junto a tu cruz son un bálsamo en esta vida, y los sacrificios y renuncias son agradables y fáciles cuando anima en el alma la caridad, la fe y la esperanza.

 

San RAFAEL ARNAIZ BARÓN.

(1911  -  1938)

 

 

miércoles, 20 de mayo de 2015

¿DONDE CLASIFICAR EL POÍTICO?


La primera vez que un amigo me dijo: "la Iglesia habla poco de los políticos", yo le respondí: "Quizá porque tú no has leído sus documentos, no olvides lo que el mismo Concilio dice: la Iglesia considera digna de alabanza y de atención la labor de quienes se consagran al servicio de los hombres para alcanzar el bien común y aceptan las cargas de este servicio." "No, me contestó, yo no hablo del Papa o los obispos, sino de la poca luz que los curas de a pie, a los que escuchamos cada domingo, arrojáis  sobre la actividad política".

¡Caramba! Pues ¿no resulta que puede ser verdad? Así que me he puesto a discurrir: en qué página del Evangelio coloco yo al político? Sin duda, en la parábola del Buen Samaritano, porque el político, como el Samaritano, debe ser el hombre que se detiene ante las necesidades de los demás, sin importarle mancharse con polvo del camino. Y es capaz de tocar las llagas del que sufre, buscarle remedios, cargar con su dolor y trasladarlo a la posada. Sí, el político debe ayudar hasta el punto de buscar cómo pagar el cuido del que sólo tiene

 ¿Cuál de los tres se hizo prójimo del que cayó en  manos de los ladrones? Preguntó Jesús. Él que se compadeció de él, le contestó el doctor. Si a nuestros políticos les duele el pueblo, ¡qué gran vocación la suya!

 

Lorenzo ORELLANA.

 

domingo, 17 de mayo de 2015

¿ EXISTE MAYOR UNIÓN ?


 Jesús nos habla con ternura cuando se ofrece a los suyos en la Santa Comunión: Mi carne es verdadera comida y mi sangra verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. ¿Qué podría darme mi Jesús, además de su carne como alimento? No, Dios no podría hacer más, ni mostrar un amor más grande.

La santa Comunión, como la palabra misma implica, es la unión íntima de Jesús con nuestra alma y nuestro cuerpo. Si queremos tener vida y poseerla abundantemente, debemos vivir de la carne de nuestro Señor. Los santos lo comprendieron tan bien que podían pasar horas preparándose y más todavía en acción de gracias. ¿Quien podría explicar esto? Cuando  acogéis a Cristo en vuestro corazón después de partir el Pan vivo, acordaos de lo que nuestra Señora debió de sentir mientras el Espíritu Santo la envolvía con su sombra y ella, que estaba llena de gracia, recibió el cuerpo de Cristo. El Espíritu estaba tan fuerte en ella que inmediatamente se levantó de prisa para ir y servir.

 

Beata TERESA DE CALCUTA.

(1910  -  1997)

 

jueves, 14 de mayo de 2015

EL NIÑO QUE SE DUERME

Nada tan hermoso como un niño que se duerme, dice Dios.
Os lo digo: nada tan bello en el mundo. Nunca he visto nada tan bello en el mundo.
Y, Yo lo sé. Mi creación está llena de hermosura.
Hay tantas hermosuras que no se sabe adonde ponerlas.
He visto millones y millones de astros rodar debajo de mis pies, como la arena del mar.
He visto días ardientes como llamas.
Días de verano, de junio, de julio y de agosto.
He visto tardes de invierno puestas como un abrigo.
            Todo lleno de estrellas.
He visto esas iglesias que son mis propias casas.
Y Paris, y Reims, y Rouen y catedrales que son mis palacios y mis castillos.
Tan hermosos que los guardaré en el cielo.
He escuchado cantar las misas y las triunfales vísperas.
He visto las llanuras y los valles.
Que son lo más hermoso visto.
He visto el mar profundo y la selva profunda; el corazón profundo del hombre.
He visto corazones devorados por el amor durante vidas enteras.
Perdidos de amor, ardientes como llamas.
Y he visto brotar lágrimas de amor
Que durarán más que las estrellas del cielo.
Y he visto miradas de súplica, miradas de ternura
     Perdidas de amor.
Que brillarán eternamente en las noches de las noches.
Y he visto vidas enteras, desde el nacimiento hasta la muerte.
Del bautizo hasta el viático.
Se desarrollaban como una hermosa madeja de lana
Pero, lo digo, dice Dios, no conozco nada tan bello en el mundo
     Como un niño que se duerme diciendo sus oraciones.
Debajo del ala de su ángel de la guardia.
Y que sonríe a los ángeles cuando empieza a dormirse.
Y que ya lo mezcla todo y ya no entiende nada.
Y remezcla las palabras del “Padre nuestro” de cualquier forma, en desorden con las palabras del “Salve, María”.
Mientras un velo baja ya en sus párpados.
El velo de la noche en su mirada y en su voz.
He visto los santos más grandes, dice Dios, pues os lo digo:
     No he visto nada tan hermoso en el mundo como ese niño que se duerme diciendo sus oraciones.
Como ese chiquitín que se duerme en la confianza.
 Y que mezcla su “Padre nuestro” con su “Dios te salve”.
Nada es tan hermoso e incluso es un punto
 En que la Virgen y Yo estamos de acuerdo.
Y, lo puedo decir, es el único punto en que estamos de acuerdo
Porque generalmente tenemos pareceres contrarios.
Porque Ella quiere misericordia.
Y Yo, tengo que querer la justicia.
                                                                                  Charles PEGUY

viernes, 8 de mayo de 2015

LA PALABRA, A CADA UNO SEGÚN SUS NECESIDADES,


 

Dios nos da sus gracias según nuestras necesidades. Dios es una fuente de la cual cada uno saca el agua según sus necesidades. Así la persona que necesita seis cubos de agua, saca seis; él que tres, tres; un pájaro que necesita solo un picoteo sólo picotea; un peregrino , con el hueco de sus manos puede saciar su sed: lo mismo ocurre con nosotros respeto a Dios.

Con gran fervor, debemos leer un capítulo del Nuevo Testamento y hacer tres actos: adorar la Palabra de Dios y su verdad; entrar en los sentimientos con los cuales nuestra Señor la pronunció y consentir en estas verdades; y adherirnos a la práctica de estas mismas verdades. Sobre todo hay que tener cuidado de no leer solo por estudio, diciendo: “Este pasaje me servirá para tal predicación” ni leer exclusivamente para nuestra vanagloria.

No hay que desanimarse si, habiendo leído el evangelio muchas veces durante un mes, dos meses, o más, no somos iluminados por él. Un día recibiremos una pequeña luz, otro día una mayor, y todavía una más grande cuando lo necesitemos. Una sola palabra es capaz de convertirnos; solo falta una.

San VICENTE DE PAÚL.

(1581  -  1660)

viernes, 1 de mayo de 2015

NO TENEMOS SUEÑOS PEQUEÑOS.


Cada mañana, al levantarme, tengo que soportar un terrible anuncio en la radio que dice algo así como: “No tenemos sueños baratos”. Previamente nos ha ido leyendo la mente adivinando nuestros más íntimos deseos: un yate, un avión privado, un viaje, etc. No sé si me provoca tanta nausea el anuncio en sí, o que sea de ente público como es Loterías y Apuestas del Estado.

He estado un tiempo indagando sobre los motivos por los que tan infausto anuncio me estomaga; hasta que hoy me he dado con una idea clara y distinta. Me provoca nauseas porque es mentira. El “no tenemos sueños baratos”, debe cambiarse por “no tenemos sueños pequeños”. Lo que suele pasar es que la adultez llega con prisa y nos cambia el sentido de las palabras y el sentido de la vida. Rebajamos nuestros sueños hasta hacerlos a la medida banal de lo que creemos que los demás desean. Con la inestimable colaboración de la publicidad y la economía de mercado llegamos a creernos que solo merece la pena lo que tiene un precio desorbitado.

Pero no siempre fue así. Recordemos cuando fuimos adolescentes. Un adolescente, en medio de su confusión, solo tiene claras dos cosas: lo que no  quiere ser y que lo que desea es algo verdadero y grande. Los jóvenes no tienen sueños pequeños. Quizás esa desproporción entre el deseo y la realidad es la que les lleve a madurar a través de la decepción, la renuncia y la reconstrucción de su personalidad. Pero es ineludible: nadie puede crecer sin un sueño, más grande que él mismo. y, sin embargo, los adultos no hacemos más que insistirles en que asienten la cabeza,  que sean realistas, que no desperdicien su vida. Por eso se nos vuelven tan desafiantes e impertinentes y nos echan en cara la incoherencia entre nuestros valores y nuestros estilos de vida. A veces dan el blanco de nuestras decepciones, y huimos adelante. Y pocos adultos se sientan a hablar con ellos tranquilamente.

Francisco Javier LUENGO MESONERO.