domingo, 30 de agosto de 2015

MARÍA VENCEDORA.


 

Dios vence en María porque ella se fía totalmente de Él. Con esas palabras la bendice Isabel :”Dichosa tú que has creído, porque lo te lo ha dicho el Señor se cumplirá”. Cuando hoy resuenan esas palabras en nosotros, comprendemos que también el designio de Dios sobre cada uno de nosotros se realizará si, como María, emprendemos el camino de la humildad y dejamos que Dios actúe en nosotros.

 En el Magníficat,  la Virgen insiste en hacer memoria de la misericordia de Dios. Gran parte del poder del mal sobre nosotros consiste en hacernos creer que ya ha vencido y que no tenemos escapatoria; que no hay más remedio que someternos  o pactar con él. Pero en la Apocalipsis se muestra que no hay lugar para ningún trato: el Hijo que nace es llevado junto al trono  de Dios y la mujer escapa al desierto. Nosotros también tenemos que apartarnos totalmente del mal.

Experimentamos la debilidad, pero contemplamos la victoria de Cristo en su Madre, y ello nos conforta. El Señor nos llama a acercarnos con devoción filial y a pedirle a María que nos enseñe a acoger la misericordia de Dios con un corazón plenamente dispuesto como el suyo.

 

David AMADO FERNÁNDEZ  

 

miércoles, 26 de agosto de 2015

LA ORACIÓN EN NAZARET



Meditando la escena de cuando el niño Jesús fue hallado en el Templo y volvió con sus padres a Nazaret, Carlos de Foucauld pregunta a Jesús cómo era la oración en su hogar:

 

Jesús responde: Era en primer lugar y sobre todo adoración, es decir contemplación, admiración muda, que es el más elocuente de los lenguajes; esa admiración muda que esconde la más apasionada de las declaraciones de amor, una oración continua puesto que orar significa estar con Dios; en segundo lugar dedicando a ella menos tiempo, la acción de gracias: acción de gracias primero por la gloria de Dios, por el hecho de que Dios es Dios, después por las gracias en la tierra a todas las criaturas; un grito de perdón, perdón por los que no piden perdón, acto de contrición en nombre del mundo entero, dolor por ver a Dios ofendido; una petición, petición de la gloria de Dios, que Dios sea glorificado por todas sus criaturas, que su reino venga a ellos, que su voluntad de cumpla en ellas como entre los ángeles, y que estas pobres  criaturas reciban en lo espiritual y en lo temporal todo lo que necesitan y que al final sean libradas de todo mal en este mundo y en el otro.

“¿Había lugar para la penitencia, Dios mío, en la casa de Nazaret?” Hijo mío, yo siempre he amado, he siempre querido la penitencia: es un deber para todos los pecadores, dado que el más pequeño de los pecados, siendo una ofensa a Dios, es digno de una penitencia infinita como es infinito él quien ha sido ofendido: había tomado sobre mí los pecados del mundo… mi primera palabra cuando comencé a predicar fue: Haced penitencia”

 

Carlos DE FOUCAULD

 

 

miércoles, 19 de agosto de 2015

LLEVAR LA CARGA DE LOS DEMÁS


 

 

Hay que entender el amor en el sentido más verdadero, del modo más justo. La persona se siente amada de verdad por otra si ésta consigue darle gusto. Así pues, comprendemos a veces que nuestro amor no es verdadero, por ejemplo, cuando nos explayamos en temas, mantenemos actitudes o tenemos detalles que no le interesan al otro. El verdadero comportamiento que interpreta la palabra “amor” o “amar” es el hacerse uno, el ir al encuentro del hermano, de sus necesidades, cargar completamente con sus exigencias, y también con sus sufrimientos. Entonces tendrá sentido dar de comer, de beber, ofrecer un consejo o una ayuda.

Y, ¿Qué sucede si nos comportamos así? Sucede como cuando al ver los grandes problemas de tantas regiones del tercer o cuarto mundo, atenazadas por la mordaza de la miseria, de la falta de casa, de ropa, de trabajo, etc.,comprendemos que no podemos pretender  que esas personas piensen, por ejemplo, en cultivarse o en elevar su espíritu por la oración, antes hay que hacer lo posible por aliviarles del peso de la miseria que les agobia y luego podremos pensar en todo lo que se refiera a  la vida de la persona humana: su educación, su desarrollo integral, etc.. Lo mismo sucede con cada persona cuando la amamos “·haciéndonos uno”.

De ese modo la liberamos completamente de lo que las preocupa y que puede ser motivo  de angustia. Entonces se dan cuenta de que llevamos el peso  que les agobia y se sienten libres. Y al sentirse aliviados, libres sin preocupaciones están dispuestos a acoger el mensaje de amor y de paz que queremos llevarles. Se verán atraídos por esa vida nueva, evangélica que descubren en nosotros, y que, en el fondo del corazón, todos anhelan pues Dios los concibió para todos sus hijos.

 

Chiara LUBICH

sábado, 15 de agosto de 2015

MARÍA VENCEDORA EN SU HUMILDAD.



 

Dios vence en María porque ella se fía totalmente de Él. Con esas palabras la bendice Isabel :”Dichosa tú que has creído, porque lo te lo ha dicho el Señor se cumplirá”. Cuando hoy resuenan esas palabras en nosotros, comprendemos que también el designio de Dios sobre cada uno de nosotros se realizará si, como María, emprendemos el camino de la humildad y dejamos que Dios actúe en nosotros.

 En el Magníficat,  la Virgen insiste en hacer memoria de la misericordia de Dios. Gran parte del poder del mal sobre nosotros consiste en hacernos creer que ya ha vencido y que no tenemos escapatoria; que no hay más remedio que someternos  o pactar con él. Pero en la Apocalipsis se muestra que no hay lugar para ningún trato: el Hijo que nace es llevado junto al trono  de Dios y la mujer escapa al desierto. Nosotros también tenemos que apartarnos totalmente del mal.

Experimentamos la debilidad, pero contemplamos la victoria de Cristo en su Madre, y ello nos conforta. El Señor nos llama a acercarnos con devoción filial y a pedirle a María que nos enseñe a acoger la misericordia de Dios con un corazón plenamente dispuesto como el suyo.

 

David AMADO FERNÁNDEZ  

 

 

 

miércoles, 12 de agosto de 2015

LA MULTI`PLICACIÓN DE LOS PANES.


 

 Ese relato señala que solo Cristo puede saciar el hambre de quien lo sigue. Felipe sonstata la dificultad para alimentar a aquella multitud. Solo Cristo puede hacerlo. Igualmente, hoy solo Cristo puede hacerlo. Igualmente hoy, solo el Señor puede satisfacer los anhelos del hombre: no solo de toda la humanidad, sino de cada hombre concreto. El milagro de Jesús anuncia que Él sostendrá a todos los que quieran seguirle, y que cada día proveerá. En la pregunta dirigida a Felipe es como si quisiera decirnos: “Acostúmbrate a no asustarte cuando encuentres algo que te desborda, porque yo estoy contigo.

Pero  aparece también ese muchacho anónimo que, quizás con timidez, ofrece lo que tiene, alguien para quien el deseo de Jesús de alimentar a la multitud es también el suyo. Hay algo enormemente atractivo en aquel muchacho que es su empatía con Cristo, su facilidad para pasar a la acción cuando el Señor insinúa algo. No pone distancia en la necesidad señalada por Jesús y la voluntad de remediarla; no se refugia en el cálculo ni oculta su posesión, ni su don, aun siendo pequeño, por temor al ridículo.

Cuantas personas anónimas, como el personaje del evangelio, aportan lo poco que tienen para que Jesús construya la Iglesia, ofrezca su salvación a los hombres o lleve consuelo a quienes lo necesitan.

 

David AMADO FERNÁNDEZ

 

 

sábado, 8 de agosto de 2015

EL SEGADOR.


 
 
 
Un día en el que pensaba  qué podía hacer yo para salvar almas, una frase del evangelio me dio una viva luz. En otro tiempo, Jesús dijo a sus discípulos, enseñándoles los campos de trigo ya maduro: alzad vuestros ojos y ved los campos que blanquean ya para la siega, y un poco más adelante: la mies es abundante pero el número de trabajadores es pequeño, pedid, pues al señor de la mies que le mande trabajadores. ¡Qué misterio! ¿Acaso Jesús no es todopoderoso? ¿Acaso las criaturas no son de quien las ha hecho? Entonces, ¿por qué Jesús dice: Pedid, pues, al señor de la mies que le mande trabajadores? Por qué? Jesús nos tiene un amor tan incomprensible que quiere que tomemos parte con él en la salvación de las almas. No quiere hacer nada sin  nosotros. El creador del universo espera la oración de una pobre y pequeñita alma para salvar a las demás rescatadas como ella, al precio de toda su sangre. Nuestra vocación no es ir a segar los campos de trigo maduro. Jesús no nos dice: "Bajad los ojos, mirad los campos e id a segarlos". Nuestra misión es todavía más sublime. Éstas son las palabras de nuestro Jesús: "¡Levantad los ojos y mirad! Mirad como en mi cielo hay lugares vacíos, os toca a vosotros llenarlos; vosotros sois mis Moisés orando sobre el monte. Pedidme obreros y yo os los enviaré, no espero otra cosa que una plegaria, un suspiro de vuestro corazón".
 
Santa TERESA DEL NIÑO JESÚS.
(1873 - 1897)