martes, 30 de agosto de 2016

MI CORAZÓN DE PIEDRA.

Amamos a Cristo como él nos ha amado. Nos ha dejado un ejemplo para que sigamos sus huellas cuando dice: Ponme como un sello sobre tu corazón. Esto viene a decir: «Ámame como yo te amo. Llévame en tu espíritu, en tu memoria, en tu deseo, en tus suspiros, en tus gemidos y tus sollozos. Acuérdate, hombre en qué estado te he creado, cuánto te he elevado por encima de otras criaturas, con qué dignidad te he ennoblecido, cómo te he coronado de gloria y honor, cómo te he situado poco por debajo de los ángeles, y cómo todo lo he puesto bajo tus pies. Acuérdate no sólo de todo esto Amamos a Cristo como él nos ha amado. Nos ha dejado un ejemplo para que sigamos sus huellas cuando dice: Ponme como un sello sobre tu corazón. Esto viene a decir: «Ámame como yo te amo. Llévame en tu espíritu, en tu memoria, en tu deseo, en tus suspiros, en tus gemidos y tus sollozos. Acuérdate, hombre en qué estado te he creado, cuánto te he elevado por encima de otras criaturas, con qué dignidad te he ennoblecido, cómo te he coronado de gloria y honor, cómo te he situado poco por debajo de los ángeles, y cómo todo lo he puesto bajo tus pies. Acuérdate no sólo de todo esto que he hecho por ti, sino de qué pruebas y qué humillaciones he sufrido por ti. Y tú, si me amas, muéstralo; no de palabra, sino en acto y verdad. Ponme como un sello sobre tu corazón y ámame con todas tus fuerzas».
Señor, quita mi corazón de piedra, este corazón duro e incircunciso. Dame un corazón nuevo, un corazón de carne, un corazón puro. Tú que purificas los corazones, que amas los corazones puros, toma posesión de mi corazón, ven y vive en él.

BALDUINO DE FORD.

viernes, 26 de agosto de 2016

CRISTO Y ADÁN.

Adán después del pecado sintió vergüenza, se ve desnudo, siente el peso de lo que ha hecho; y, sin embargo, Dios no lo abandona: si en ese momento, con el pecado, inicia nuestro exilio de Dios, hay ya una promesa de vuelta, la posibilidad de volver a él. Dios pregunta: Adán, ¿dónde estás?, lo busca. Jesús quedó desnudo por nosotros, cargó con la vergüenza de Adán, con la desnudez de su pecado, para lavar nuestro pecado: Sus llagas nos han curado. Acordaos de lo de san Pablo: ¿De qué me puedo enorgullecer sino de mis debilidades, de mi pobreza? Precisamente sintiendo mi pecado, mirando mi pecado, yo puedo ver y encontrar la misericordia de Dios, su amor, e ir hacia él para recibir su perdón.
En mi vida personal, he visto muchas veces el rostro misericordioso de Dios, su paciencia; he visto también en muchas personas la determinación de entrar en las llagas de Jesús, diciéndole: «Señor, estoy aquí, acepta mi pobreza, esconde en tus llagas mi pecado, lávalo con tu sangre». Y he visto siempre que Dios lo ha hecho, ha acogido, consolado, lavado, amado. Dejémonos envolver por la misericordia de Dios; confiemos en su paciencia, que siempre nos concede tiempo; tengamos el valor de volver a su casa, de habitar en las heridas de su amor dejando que él nos ame, de encontrar su misericordia en los sacramentos. Sentiremos su ternura, tan hermosa, sentiremos su abrazo y seremos también nosotros más capaces de misericordia, de paciencia, de perdón y de amor.
Papa FRANCISCO ,

martes, 23 de agosto de 2016

ESTAD PREPARADOS.

El Señor pensaba en este nuestro tiempo cuando dijo: Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe en la tierra? Despertémonos, pues, hermanos muy amados. Sacudamos el sueño de nuestra inercia. Estemos atentos a observar y practicar los preceptos del Señor. Seamos tal como él nos ha mandado ser cuando dijo: Mantened encendidas vuestras lámparas. Sed como los que esperan la llegada de su amo a su regreso de la boda para abrirle la puerta en cuanto llegue y llame a la puerta. Dichosos los siervos que, a su llegada, el amo los encuentre en vela.
Sí, permanezcamos en actitud de servicio, por miedo a que cuando llegue el día no nos encuentre preocupados y enredados en otros afanes. Que nuestra luz brille y resplandezca de buenas obras, que nos conduzca de la noche del mundo a la luz de la caridad eterna.
Domingo 7, tarde 107
Esperemos con solicitud y prudencia la llegada repentina del Señor a fin de que, cuando llame a la puerta, nuestra fe esté despierta para recibir de él la recompensa. Si observamos estos mandatos, si conservamos estas advertencias y estos preceptos, las astucias engañosas del Acusador no nos abatirán durante nuestro sueño. Reconocidos como siervos vigilantes, reinaremos con Cristo triunfante.
SAN CIPRIANO

Amigos,
a propósito del fin del mundo, os recomendó  leer un librito de 120 páginas que habla de ese acontecimiento recogiendo las revelaciones de Cristo mismo a Sor Faustina, entre muchas otras cosas provechosas. El título es MENSAJE DE MISERICORDIA DE JESUCRISTO AL MUDO ACTUAL Podeís tomar contacto con la Congregación de los Marianos de la Inmaculada Concepción. www.marianos.net
CHANTAL

viernes, 19 de agosto de 2016

LA PERMANENCIA DE PEDRO.

Hermanos, cuando se trata de cumplir con mi deber de obispo, descubro que soy débil y cobarde, cargado con la fragilidad de mi propia condición, cuando, en realidad, deseo actuar con generosidad y valentía. Con todo, mi fuerza viene de la intercesión del Sacerdote supremo y eterno. Encuentro un gozo santo y justo en las disposiciones que él ha tomado. En efecto, si bien ha delegado en numerosos pastores el cuidado de su rebaño, no ha abandonado el pastoreo de sus amadas ovejas. Gracias a esta vigilancia fundamental y eterna, he recibido yo a mi vez la protección y el apoyo del apóstol Pedro, que tampoco abandona su función. Este fundamento sólido, sobre el que se construye todo el edificio de la Iglesia, no dejará que se derrumbe el edificio que descansa sobre él.
No desfallecerá nunca la firmeza de la fe por la que el primer apóstol fue alabado por el Señor. Del mismo modo en que todo lo que Pedro confesó acerca de Cristo permanecerá, permanecerá también lo que Cristo prometió a Pedro. San Pedro persevera en la firmeza que ha recibido; no ha abandonado el gobierno de la Iglesia a él confiada. Así, hermanos míos, lo que Pedro obtuvo por su profesión de fe, inspirado por Dios Padre, es la firmeza de una roca que ningún poder podrá jamás hacer perecer. En la Iglesia entera, Pedro dice cada día: Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo.
San LEÓN MAGNO

martes, 16 de agosto de 2016

FINALIDAD DE LA TRANSFIGURACIÓN.

La gloria que un día se nos revelará
Jesús tomó a Pedro, a Santiago y a Juan, su hermano, y los llevó a una montaña alta donde les mostró su gloria. Porque, aunque hubiesen comprendido que la majestad de Dios moraba en su persona, ignoraban, no obstante, que su cuerpo, que servía de velo a su divinidad, participaba del poder de Dios. Por esto, el Señor había prometido claramente, pocos días antes, que algunos de entre sus discípulos no verían la muerte antes de ver al Hijo del hombre venir en poder, es decir, en el esplendor de su gloria, que convenía especialmente a la naturaleza humana que él había asumido.
Esta transfiguración tenía por finalidad, en primer lugar, alejar del corazón de los discípulos el escándalo de la cruz, para que la humildad de la pasión voluntariamente aceptada no turbara la fe de aquellos que habrían visto la grandeza de la dignidad escondida. Pero, por la misma previsión, la transfiguración establecía en la Iglesia de Jesús la esperanza que la sostendría, de manera que los miembros de Cristo comprendieran el cambio que se habría de realizar un día en ellos, y que están llamados a gozar de la gloria que habían visto brillar en su cabeza. Cristo. Por esto, el Señor mismo había dicho, hablando de la majestad de su venida: Entonces los justos brillarán como el sol en el reino de su Padre.

San LEÓN MAGNO

sábado, 13 de agosto de 2016

¿QUÉ ES UN MAESTRO?


Alguien desea ayudarles: es el maestro, o la maestra; pero oficialmente los maestros han desaparecido, al menos en el vocabulario. Queda el enseñante o la enseñante (!). Ni siquiera existen profesores o profesoras; lo que queda de ellos es solamente, el profe, o la profe (cuando no es la seño). Un inciso: ¿nos hemos percatado de cómo el lenguaje infantil ha invadido el lenguaje adulto con normalidad: Mates, profe, boli, peli, cumple, fínde, etc.? En nuestra sociedad, dominada por la pereza intelectual y por lo más cómodo, hasta los niños nos enseñan a deteriorar y empobrecer el idioma. Nos faltan «Maestros» de verdad. Y, lo que es peor, nos sobran falsos maestros.
Pero no pensaba hablar de esto, sino del único personaje histórico que se arrogó la exclusiva de ese título:
«No dejéis que os llamen rabí (maestro), pues vuestro Maestro es uno solo» (Mt 23,8).
Pero ¿qué era un maestro en el tiempo en el que vivió Jesús sobre la tierra? En lo que conocemos de la vida entonces en la cuenca oriental del Mediterráneo, se entremezclaban dos culturas que han dejado sus huellas en las lenguas bíblicas: la helenística -grecorromana- y la hebrea. En la primera, didáskalos (maestro) es el sujeto agente del verbo griego didáskó, la persona que hace lo que significa ese verbo; básicamente dos cosas que pertenecen, de ordinario, a la tradición de un pueblo:
a) Instruir, enseñar una ciencia, un arte, un oficio; los métodos podrán ser diversos, pero predominan la repetición, la memorización, etc.
b) Transmitir y fundamentar normas éticas, leyes morales, un estilo de conducta.
Esto último, tan importante cuando hay en la sociedad un vacío de valores morales, hizo que un personaje como Sócrates no quisiera ser tenido por «maestro»: él enseñaba a ser virtuoso, ¡pero los alumnos no aprenden la virtud a base de repetir y memorizar!

martes, 9 de agosto de 2016

EL REINO ESTÁ CERCA.


El hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y los hechos que en las teorías. El testimonio de vida cristiana es la primera e insustituible forma de la misión: Cristo, de cuya misión somos conti­nuadores, es el Testigo por excelencia y el modelo del testimonio cristiano. La primera forma de testimonio es la vida misma del misionero, la de la familia cristiana y la comunidad eclesial, que hace visible un nuevo modo de comportarse. Todos en la Iglesia, esforzándose por imitar al divino Maestro, pueden y deben dar este tes­timonio, que en muchos casos es el único modo posi­ble de ser misioneros.

El testimonio evangélico al que el mundo es más sen­sible es el de la atención a las personas y el de la cari­dad para con los pobres y los pequeños, con los que sufren. La gratuidad de esta actitud y de estas accio­nes, que contrastan profundamente con el egoísmo presente en el hombre, hace surgir preguntas precisas que orientan hacia Dios y el evangelio. Incluso trabajar por la paz, la justicia, los derechos del hombre, la pro­moción humana es un testimonio del evangelio, si es un signo de atención a las personas y está ordenado al desarrollo integral del hombre.

San JUAN PABLO II

viernes, 5 de agosto de 2016

EL PUEBLO ERRANTE.


Mirad a vuestro alrededor, hermanos: ¿por qué hay tantos cambios y luchas, tantos partidos y sectas, tan­tos credos? Porque los hombres están insatisfechos e inquietos. ¿Y por qué están inquietos, cada uno con su salmo, su doctrina, su lengua, su revelación, su interpre­tación? Están inquietos porque no han encontrado; todo esto todavía no los ha llevado a la presencia de Cristo, que es la plenitud de la alegría y la felicidad eterna. Si hubieran sido alimentados por el Pan de la vida y probado el panal de miel, sus ojos se habrían vuelto claros, como los de Jonatán, y habrían reconocido al Salvador de los hombres. Pero no habiendo percibido estas cosas invisibles, todavía deben buscar, y están a merced de rumores lejanos.

Triste espectáculo: el pueblo de Cristo errante sobre las colinas como ovejas sin pastor. En lugar de buscarlo en los lugares que siempre frecuentó y en la morada
que estableció, se detienen en proyectos humanos, siguen a guías extranjeros y se dejan cautivar por opi­niones nuevas, se convierten en el juguete del azar o del gozo del momento y víctimas de su propia volun­tad. Están llenos de ansiedad, de perplejidad, de celos y de espanto, bamboleados y llevados por el viento de cualquier doctrina, por la astucia de los hombres y su propia astucia que se obstina en el error. Todo esto porque no buscan el Cuerpo único, el Espíritu único, la única esperanza de su llamada, el único Señor, la fe única, el bautismo único, el Dios único y Padre de todos para encontrar el descanso de sus almas.

Beato John Henry Newman



martes, 2 de agosto de 2016

LA RESURRECCIÓN.


Prestemos atención, carísimos, a cómo el Señor no cesa de mostrarnos la resurrección futura de la que nos ha dado las primicias resucitando a nuestro Señor Jesucristo. Consideremos las resurrecciones que se rea­lizan periódicamente. El día y la noche nos presentan una resurrección. La noche cae, el día se levanta. El día desaparece y llega la noche. Miremos los frutos: cómo se forman las semillas. El que siembra sale a sembrar, echa las diferentes semillas en la tierra. Éstas caen, secas y desnudas, sobre la tierra y se desintegran. Luego, a partir de esta descomposición, la magnífica providen­cia del Maestro las hace resurgir y un solo grano se multiplica y da fruto. ¿Nos extrañaremos, pues, de que el Creador del universo haga revivir a aquellos que le han servido fielmente y con la confianza de una fe perfecta?

En esta esperanza, unámonos a aquel que es fiel, y cuyas promesas son verdad y justos sus juicios. El que nos manda no mentir no puede mentir. Para Dios nada es imposible, salvo mentir. Reanimemos, pues, nuestra fe en él y consideremos que todo esto le es posible. De una palabra de su boca ha formado el universo y con una palabra suya lo puede aniquilar. Hace todo lo que quiere. Nada de lo que ha decidido perecerá jamás. Todo está delante de él y nada se escapa a su providencia.


San Clemente Romano