viernes, 28 de octubre de 2016

LA CONVERSIÓN.

Quien quiera guardar su vida la perderá, pero el que la pierda por mi causa la salvará. Reflexionemos sobre esta palabra de nuestro Señor, que quiere atraer todas las cosas hacia sí. Así hace nuestro Señor: recuerda primero al hombre sus divagaciones exteriores y sus dispersiones, haciéndole recoger sus sentidos, sus facultades, palabras, obras, su intención, su imaginación, sus deseos, sus inclinaciones, su inteligencia, su voluntad y su amor. Una vez hecho esto, Dios atrae al hombre, porque primero hay que separarlo de todo bien exterior o interior al cual se ató poniendo en ello su satisfacción plena. Este despego es una cruz penosa, tanto más penosa cuanto más firme y más fuerte era el afecto.
Querido hijo, acepta de Dios esta cruz y sopórtala: se te transformará en una cruz muy amable si eres capaz de entregarle estas pruebas a Dios, aceptarlas, con un abandono verdadero y agradecimiento, y dirás: Proclama mi alma la grandeza del Señor. Querido hijo, deja todo esto y aplícate en un abandono verdadero, y piensa en aceptar mucho más la cruz de la tentación que en buscar la flor de la dulzura espiritual... Nuestro Señor dijo: El que quiera venirse conmigo, tome su cruz y me siga.

Beato Juan TAURERO
Dominico en Estrasburgo (Ca. 1300-1361).

lunes, 24 de octubre de 2016

PAZ EN ESTA CASA.


Después del 11 de septiembre de 2001, el mundo entero ha tomado conciencia, con una intensidad hasta ahora desconocida, de la vulnerabilidad de cada ser humano y ha comenzado a contemplar el futuro con un sentimiento nuevo de profundo miedo. De cara a este sentimiento, la Iglesia quiere dar testimonio de su esperanza, fundada sobre la convicción de que el mal, mysterium iniquitatis, no tiene la última palabra en las vicisitudes humanas. La historia de la salvación, narrada en la Sagrada Escritura, proyecta una luz intensa sobre la historia del mundo, mostrando que ésta está siempre acompañada por la solicitud misericordiosa y providente de Dios, que conoce los caminos para llegar a los corazones más endurecidos y sacar frutos buenos de terrenos áridos e infecundos.
Los sufrimientos indecibles de pueblos y personas, entre ellos muchos de mis amigos y personas conocidas a causa de los totalitarismos nazi y comunista, siempre han suscitado en mí interrogantes y han estimulado mi oración. Muchas veces, me he detenido en la siguiente reflexión: ¿cuál es el camino que conduce al restablecimiento completo del orden moral y social que están empañados de manera tan bárbara? He llegado a la convicción, a través de la reflexión de la revelación bíblica, de que no se puede restablecer el orden quebrantado si no es llegando a una armonía entre justicia y perdón. Los pilares de la verdadera paz son la justicia y esa forma particular de amor que es el perdón.
San JUAN PABLO II
Primer papa polaco de la historia. Su pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).

viernes, 21 de octubre de 2016

Las ovejas sin pastor.

Viendo o la muchedumbre, tuvo lástima de ella
Mirad a vuestro alrededor, hermanos: ¿por qué hay tantos cambios y luchas, tantos partidos y sectas, tantos credos? Porque los hombres están insatisfechos e inquietos. ¿Y por qué están inquietos, cada uno con su salmo, su doctrina, su lengua, su revelación, su interpretación? Están inquietos porque no han encontrado; todo esto todavía no los ha llevado a la presencia de Cristo, que es la plenitud de la alegría y la felicidad eterna. Si hubieran sido alimentados por el Pan de la vida y probado el panal de miel, sus ojos se habrían vuelto claros, como los de Jonatán, y habrían reconocido al Salvador de los hombres. Pero no habiendo percibido estas cosas invisibles, todavía deben buscar, y están a merced de rumores lejanos.
Triste espectáculo: el pueblo de Cristo errante sobre las colinas como ovejas sin pastor. En lugar de buscarlo en los lugares que siempre frecuentó y en la morada que estableció, se detienen en proyectos humanos, siguen a guías extranjeros y se dejan cautivar por opiniones nuevas, se convierten en el juguete del azar o del gozo del momento y víctimas de su propia voluntad. Están llenos de ansiedad, de perplejidad, de celos y de espanto, bamboleados y llevados por el viento de cualquier doctrina, por la astucia de los hombres y su propia astucia que se obstina en el error. Todo esto porque no buscan el Cuerpo único, el Espíritu único, la única esperanza de su llamada, el único Señor, la fe única, el bautismo único, el Dios único y Padre de todos para encontrar el descanso de sus almas.

Beato John HENRY NEWMAN

Nace en Londres; convertido del anglicanismo, fue presbítero, cardenal y fundador de una comunidad religiosa (1801-1890).

martes, 18 de octubre de 2016

JOSÉ, PADRE DE JESÚS.

No hay duda de que José, que ha sido desposado con la madre del Salvador, fuera un hombre bueno y fiel, o más bien un servidor seguro y solicito al que el Señor estableció al cuidado de su familia para ser el consuelo de su madre, el padre nutricio de su huma­nidad, el cooperador fiel en su designio sobre el mun­do. De la casa de David, descendiente de estirpe real y noble por su nacimiento, pero más noble todavía por su corazón. Sí, él fue verdaderamente hijo de David, no sólo por la sangre, sino por su fe, por su santidad, por su fidelidad al servicio de Dios.

En José, el Señor encontró, como en David, un hom­bre según su corazón, a quien pudo confiar con toda seguridad el secreto más grande de su corazón. Le re­veló los secretos más profundos de su Sabiduría, le re­veló maravillas que ningún príncipe de este mundo ha conocido; por fin, le otorgó ver lo que tantos reyes y profetas desearon ver y no vieron, y oírlo que muchos desearon oír y no oyeron. Y no sólo verlo y oírlo, sino llevado en sus brazos, conducirlo de la mano, estrechar­lo contra su pecho, abrazarlo, alimentarlo y protegerlo.

San Bernardo

viernes, 14 de octubre de 2016

JESÚS ESTÁ EN LAS ESCRITURAS.


Cristo estaba presente en todos aquellos a quienes, desde el comienzo, Dios comunicaba su palabra, su ver­bo. Si alguien lee las Escrituras en esta perspectiva, en­contrará la referencia a Cristo y una prefiguración de un nuevo llamamiento. Porque él es el tesoro escondido en el campo, es decir, en el mundo. Tesoro escondido en las Escrituras porque había sido prefigurado en figuras y parábolas que, humanamente hablando, no podían ser comprendidas antes del cumplimiento de las profecías, es decir, antes de la venida del Señor. Por esto fue di­cho al profeta Daniel: Manten ocultas estas palabras y ten sellado el libro hasta que llegue el momento final. La ley leída por los cristianos es un tesoro escondido antiguamente en un campo, pero fue revelado en la cruz de Cristo. La cruz manifiesta la sabiduría de Dios, da a conocer sus designios en vista a la salvación de la humanidad, prefigura el reino de Cristo, anuncia la bue­na noticia de la herencia de la Jerusalén santa, anuncia que la persona que ama a Dios progresará hasta ver a Dios y comprender su palabra, y será glorificada por esta palabra. Así el Señor explica las Escrituras a sus discípulos después de la resurrección, afirmando que era necesario que Cristo sufriera para entrar en su gloria. Si alguien lee así las Escrituras, será un discípulo perfecto, que es como un padre de familia que saca de su tesoro cosas nuevas y viejas.

San IRENEO DE LYON

martes, 11 de octubre de 2016

LA LEVADURA EN LA MASA.


Os recuerdo la grandeza de la andadura a lo divino en el cumplimiento fiel de las obligaciones habituales de la ¡ornada, con esas luchas que llenan de gozo al Señor, y que sólo él y cada uno de nosotros conocemos. Convenceos de que ordinariamente no encontraréis lugar para hazañas deslumbrantes, entre otras razones, porque no suelen presentarse. En cambio, no os faltan ocasiones de demostrar a través de lo pequeño, de lo normal, el amor que tenéis a Jesucristo.

Al meditar aquellas palabras de nuestro Señor: Yo, por amor de ellos, me santifico a mí mismo, para que ellos sean santificados en la verdad, percibimos con claridad nuestro único fin: la santificación, o bien, que hemos de ser santos para santificar. A la vez, como una sutil tentación, quizá nos asalte el pensamiento de que muy pocos estamos decididos a responder a esa invitación divina, aparte de que nos vemos como ins­trumentos de muy escasa categoría. Es verdad, somos pocos, en comparación con el resto de la humanidad, y personalmente no valemos nada; pero la afirmación del Maestro resuena con autoridad: el cristiano es luz, sal, fermento del mundo, y un poco de levadura hace fermentar la masa entera.

San JOSEMARÍA ESCRIVÁ DE BALAGUER

viernes, 7 de octubre de 2016

NO TE PREOCUPES.


Avanza con simplicidad en los caminos del Señor, y no te preocupes. Detesta tus defectos, sí, pero tran­quilamente, sin agitación ni inquietud. Debemos tener paciencia con ellos, y sacar provecho de ellos gracias a una santa humildad. Si te falta la paciencia, tus im­perfecciones, en lugar de desaparecer, no harán más que crecer. Porque no hay nada que refuerce tanto nuestros defectos como la inquietud y la obsesión por liberarse de ellos.
Cultiva tu viña de común acuerdo con Jesús. Tuya es la tarea de quitar las piedras y arrancar la cizaña. Pertenece a Jesús la tarea de sembrar, plantar, cultivar y regar. Pero incluso en tu trabajo, es también él quien obra. Porque sin Cristo, no podrías hacer nada.

San PÍO DE PIETRELCINA

martes, 4 de octubre de 2016

EL ABANDONO.


Querer sólo lo que Dios quiere es lo lógico para el que es de veras su amador. Fuera de sus deseos, no existen deseos nuestros, y si existe alguno, es que es conforme a su voluntad, y si no lo fuera, es que enton­ces no estaría nuestra voluntad unida a la suya. Pero si de veras estamos unidos por amor a su voluntad, nada desearemos que él no desee, nada amaremos que él no ame, y estando abandonados a su voluntad, nos será indiferente cualquier cosa que nos envíe, cual­quier lugar donde nos ponga. Todo lo que él quiera de nosotros no solamente nos será indiferente, sino que será de nuestro agrado.
No sé si en todo esto que digo hay error; en todo me someto al que de esto entienda. Yo sólo digo lo que siento, y es que en verdad nada deseo más que amarle a él, y que todo lo demás a él lo encomiendo;  cúmplase su volundad. Cada día soy más feliz en mi total abandono en sus manos.

San RAFAEL ARNAÍZ BARÓN.