El discípulo no es más que su maestro. ¿Por qué juzgas si el Maestro todavía no
juzga? No ha venido a juzgar al mundo, sino a salvarlo. Entendiendo esta
palabra en ese sentido, viene a decir: «Si yo no juzgo, no juzgues tú tampoco,
ya que tú eres mi discípulo. A lo mejor tú te has hecho culpable de faltas más
grandes que aquel a quien juzgas. ¡Qué grande será tu vergüenza al darte
cuenta de ello!»
El Señor nos enseña lo mismo cuando dice:
¿Cómo es que ves la
mota en el ojo de tu hermano y no adviertes la viga que hay en el tuyo?
Nos disuade con argumentos irrefutables
de juzgar a los demás y nos anima, al contrario, a examinar nuestros corazones.
Luego, nos exhorta a liberarnos de las pasiones instaladas en nuestro corazón.
Dios cura a los de corazón contrito y quebrantado, y nos sana de nuestras
enfermedades espirituales. Porque, cuando tus pecados son más numerosos y más
graves que los de los demás, ¿cómo les reprochas los suyos a los hermanos?
Todos los que quieren vivir piadosamente y, sobre todo, los que tienen que
instruir a otros, sacarán mucho provecho de este precepto. Si tienen virtud y
equilibrio, dando ejemplo con
su comportamiento evangélico, reprenderán con dulzura a los que todavía no han
llegado a ese nivel.
San Cirilo de Alejandría
Monje y obispo de Alejandría, fue gran
defensor de la fe;
es
doctor de la Iglesia (370-444).
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