Detrás de la elección desobediente de
nuestros primeros padres, se halla una voz seductora, opuesta a Dios, que por
envidia, los hace caer en la muerte. La Escritura y la Tradición de la Iglesia
ven en este ser un ángel caído, llamado Satán o diablo. La Iglesia enseña que
primero fue un ángel bueno, creado por Dios. La Escritura habla de un pecado de
estos ángeles. Esta "caída" consiste en la elección libre de estos
espíritus creados que rechazaron radical e irrevocablemente a Dios y su reino.
Es el carácter irrevocable de su elección, y no un defecto de la infinita
misericordia divina, lo que hace que el pecado de los ángeles no pueda ser
perdonado. Dice san Juan Damasceno: "No hay arrepentimiento para ellos después
de la caída, como no hay arrepentimiento para los hombres después de la
muerte".
La Escritura atestigua la influencia nefasta
de aquel a quien Jesús llama homicida desde el principio y que incluso intentó
apartarlo de la misión recibida del Padre. El
Hijo de Dios se manifestó para deshacer las obras del diablo. La más grave
consecuencia de estas obras ha sido la seducción mentirosa que ha inducido al
hombre a desobedecer a Dios. Sin embargo, el poder de Satán no es infinito. No
es más que una criatura, poderosa por el hecho de ser espíritu puro, pero
siempre criatura: no puede impedir la edificación del reino de Dios.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario