No es fácil escribir sobre la amistad. Los
sentimientos tienen gran importancia en ella, pero no se expresan bien a través
de conceptos. Aun así, desde tiempo antiguos, se ha intentado explicar la
atracción que une a ciertas personas. Los primeros filósofos
"fisiólogos" buscaban la causa de la amistad o, por el contrario, de
la antipatía, en la ley general de atracción o repulsión de los cuerpos. ¿Esta
ley funciona según el criterio de semejanza o no? No sabían decirlo.
A Sócrates, estas teorías le parecían
demasiado generales y se dio cuenta de su carácter materialista. La amistad no
puede ser una simple atracción de cuerpos, pues ésta se da solo entre hombres,
seres racionales. Por eso, los hombres pueden aprender cómo conquistar
conscientemente a los amigos, unirse libremente, por ejemplo, a escuelas filosóficas,
que en la antigüedad no eran institutos, sino reuniones de amigos.
Aristóteles dedica a la amistad un largo
capítulo de su Ética. También se
preguntaba cual era el fundamento de la atracción mutua. Nos atrae lo que nos
gusta, hay muchas cosas que no nos gustan. Al hombre le gusta el dinero, la
diversión, pero también la virtud. Por ello, se pueden distinguir tres tipos de
amistad: al dinero, a la diversión, a la virtud.
Las dos primeras no son verdaderas. No se ama
a las personas, sino lo
Que procuran. Por eso, dichas amistades son
inestables. Desaparecen cuando ya no hay dinero ni diversión. Por el contrario,
la virtud es algo propio del mismo hombre y es estable. Por eso, se quieren de
verdad solo los hombres virtuosos. Pero para que esto se dé, tienen que
relacionarse entre ellos y, para poder vivir juntos, piensa Aristóteles, se
exige cierta igualdad y sintonía en el pensamiento.
Cardenal Tomás SPIDLIK
(1919
- 2010)
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