Es el más grande entre los profetas;
nadie más surgió como él, porque es la lámpara que precede a la claridad
suprema y la voz que precede al Verbo.
Conduce a Cristo la Iglesia, su novia y
prepara para el Señor un pueblo escogido, purificándolo por el agua con vistas
al Espíritu.
De Zacarías nace esta joven planta, el
más bello entre los hijos del desierto, el heraldo del arrepentimiento, el que
purifica por el agua a los que se
extraviaban, el precursor del anuncio de la resurrección de entre los muertos,
y que intercede por nuestras almas.
Desde el seno de su
madre, bienaventurado Juan, fuiste el profeta y el precursor de Cristo: le
estremeciste de alegría viendo a la Reina acercarse a la sierva teniendo ante ti
al que el Padre engendra sin madre desde toda eternidad.
Tú que naciste de una
mujer estéril y anciana, según la promesa del Señor, ruégale que tenga
misericordia de nuestras almas.
LITURGIA BIZANTINA.
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