Ese relato señala que solo Cristo puede saciar
el hambre de quien lo sigue. Felipe sonstata la dificultad para alimentar a
aquella multitud. Solo Cristo puede hacerlo. Igualmente, hoy solo Cristo puede
hacerlo. Igualmente hoy, solo el Señor puede satisfacer los anhelos del hombre:
no solo de toda la humanidad, sino de cada hombre concreto. El milagro de Jesús
anuncia que Él sostendrá a todos los que quieran seguirle, y que cada día
proveerá. En la pregunta dirigida a Felipe es como si quisiera decirnos:
“Acostúmbrate a no asustarte cuando encuentres algo que te desborda, porque yo
estoy contigo.
Pero aparece también ese muchacho anónimo que,
quizás con timidez, ofrece lo que tiene, alguien para quien el deseo de Jesús
de alimentar a la multitud es también el suyo. Hay algo enormemente atractivo
en aquel muchacho que es su empatía con Cristo, su facilidad para pasar a la
acción cuando el Señor insinúa algo. No pone distancia en la necesidad señalada
por Jesús y la voluntad de remediarla; no se refugia en el cálculo ni oculta su
posesión, ni su don, aun siendo pequeño, por temor al ridículo.
Cuantas personas anónimas, como
el personaje del evangelio, aportan lo poco que tienen para que Jesús construya
la Iglesia, ofrezca su salvación a los hombres o lleve consuelo a quienes lo
necesitan.
David AMADO FERNÁNDEZ
No hay comentarios:
Publicar un comentario