Dios vence en María porque ella
se fía totalmente de Él. Con esas palabras la bendice Isabel :”Dichosa tú que has creído, porque lo te lo
ha dicho el Señor se cumplirá”. Cuando hoy resuenan esas palabras en
nosotros, comprendemos que también el designio de Dios sobre cada uno de
nosotros se realizará si, como María, emprendemos el camino de la humildad y
dejamos que Dios actúe en nosotros.
En el Magníficat, la Virgen insiste en hacer memoria de la
misericordia de Dios. Gran parte del poder del mal sobre nosotros consiste en
hacernos creer que ya ha vencido y que no tenemos escapatoria; que no hay más
remedio que someternos o pactar con él. Pero
en la Apocalipsis se muestra que no hay lugar para ningún trato: el Hijo que
nace es llevado junto al trono de Dios y
la mujer escapa al desierto. Nosotros también tenemos que apartarnos totalmente
del mal.
Experimentamos la debilidad, pero
contemplamos la victoria de Cristo en su Madre, y ello nos conforta. El Señor
nos llama a acercarnos con devoción filial y a pedirle a María que nos enseñe a
acoger la misericordia de Dios con un corazón plenamente dispuesto como el suyo.
David AMADO FERNÁNDEZ
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