El Señor nos pone en estado de
alerta contra el juicio temerario e injusto. Él quiere que actuemos con un
corazón sencillo y que solo a Dios dirijamos nuestra mirada. Puesto que el verdadero
móvil de muchas acciones se nos escapa¸ sería temerario hacer juicio sobre
ellas. Los que más prontamente y de manera temeraria juzgan y censuran a los
demás son los que prefieren condenar antes que corregir y conducir al bien¸ y
esto denota orgullo y mezquindad. Un hombre, por ejemplo, peca por cólera, y tú
le reprendes con odio.
La misma distancia hay entre la
cólera y el odio que entre la mota y la viga. El odio es una cólera inveterada que,
con el tiempo, ha tomado esta gran dimensión y que, justamente, merece el
nombre de viga. Puede ocurrirte que te encolerices deseando corregir, pero el
odio no corrige jamás.
Primeramente aparta lejos de ti el odio, y
después podrás corregir al que amas.
San AGUSTIN
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