Juan estaba allí, de pie, con dos de sus discípulos
cuando Jesús pasaba. Se trata de una postura
corporal que expresa algo de la misión de Juan, de su vehemencia de palabra y
de acción. Pero, según el evangelista, se trata también, más profundamente, de
esta viva tensión, siempre presente en los profetas. Juan no se contentaba con
desempeñar exteriormente su papel de precursor. Él guardaba en su corazón el
vivo deseo de ver a su Señor, a quien había reconocido en el bautismo. Sin duda
alguna, Juan tendía hacia el Señor con todo su ser. Juan se tenía de pie,
alerta por el deseo profundo de su corazón. Se mantenía de pie, esperaba a
Cristo todavía oculto en la sombra de su humildad.
Viendo a Jesús que
pasaba, Juan dice:¡este es el Cordero de
Dios!
Prestad atención a las
palabras de esta narración. A primera vista, todo parece claro, pero para quien
penetra en el sentido profundo, todo se manifiesta cargado de significado y
misterio. Jesús pasaba. ¿Qué significa sino que Jesús vino a participar en
nuestra naturaleza humana y en nuestras vidas. Vino en el seno de la Virgen.
Luego pasó del seno de su madre al pesebre y del pesebre a la cruz, de la cruz
al sepulcro, del sepulcro se elevó al cielo. Si nuestro corazón aprende a
desear a Cristo como Juan, reconocerá a Jesús cuando pase. Si le sigue, llegará
como los discípulos al sitio donde mora Jesús : en el misterio de su divinidad.
Ruperto DE DEUTZ
1075 -
1129.
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