Los que están en el error dicen
que no hay resurrección de la carne, que es imposible que ésta, después de ser
destruida y reducida a polvo, encuentre de nuevo su integridad. Según ellos, la
resurrección de la carne no solo sería imposible, sino perjudicial: censuran la
carne, critican sus defectos, la hacen responsable de los pecados; dicen que si
esta carne ha de resucitar, también resucitarán sus defectos. ¡Cuan ciegos son
los ojos del entendimiento! Si en esta tierra, el Señor curó las enfermedades
de la carne y devolvió al cuerpo su integridad, cuanto más lo hará en el
momento de la resurrección para que la carne resucite sin defecto, íntegramente.
Esta gente ignora el conjunto de la acción divina en los orígenes de la creación,
en la formación del hombre; ignoran por qué han sido hechas las cosas
terrestres.
El Verbo dijo: Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza
.Es evidente que el hombre, modelado a imagen de Dios, es de carne: ¡que
absurdo menospreciar la carne modelada por Dios según su propia imagen! Que la
carne es preciosa a los ojos de Dios es evidente por ser su obra. Y ella es lo
más precioso a los ojos del Creador porque en ella se encuentra el principio de
su proyecto para el resto de la creación. Además su Hijo se hizo carne.
SAN JUSTINO
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