Santa Clara nos enseña una actitud hermosa: la del
abandono en la oración. Las palabras que utiliza, tal como: “Emplaza tu
espíritu frente al espejo de la eternidad y deja tu alma inundarse”. Hay en
ello una voluntad de ponerse frente al Señor, pero también de soltar todo. Y
esa contemplación permite la transformación. Santa Clara nos da un modo de
empleo. Cuando estamos en adoración (oración muy importante para las Clarisas
porque Clara tenía un fuerte amor para con la Eucaristía )[,] ¿Por qué
estoy ahí si no es con la meta de situar mi espíritu frente al espejo y dejar
mi alma inundarse? La imagen del espejo
evoca el reflejo. Cuando oramos, Clara nos invita a mirar toda la vida de
Cristo. Mirando al Señor, toda la vida de Jesús se va a reflejar en nuestra
vida, en nuestra alma, en nuestro corazón. Su luz se transforma en nuestra luz.
Sabemos entonces que el Señor va a transformarnos, incluso si ese día, no
estamos muy disponibles. Es un abandono
lleno de confianza pues, en la oración,
según la misma Santa Clara se evoca varias veces
la dulzura de Dios, la felicidad.
UN GESTO:
Abrir las manos:
Es una actitud
llena de sentido. Clara es una mujer sin complejos. No ha jugado un papel. Lo ha
dejado absolutamente todo para seguir a Cristo. Así se ha liberado para acoger a
Providencia, a su s hermanas y a los que llamaban a la puerta del monasterio. Las
manos abiertas y vacías evocan una gran sencillez. Con Santa Clara, no hay
efectos especiales sino una belleza total y luminosa.
SOR ALICE-ANNE.
Clarisa
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