¿Qué hay que hacer para vencer
la debilidad del alma? Para ello hay dos medios: la oración y el
desprendimiento de sí. El Señor Jesús nos recomienda velar. Es preciso velar si
queremos que nuestro corazón sea puro, pero hay que hacerlo en paz para que nuestro
corazón quede afectado. Porque puede estar afectado por cosas buenas y por
cosas malas, interior o exteriormente.
Así pues es preciso velar.
Habitualmente, la inspiración
de Dios es una gracia discreta; no debemos rechazarla; si nuestro corazón no está
atento, la gracia se retira. La inspiración divina es muy precisa; igual que el
escritor dirige su pluma, así la gracia de Dios dirige el alma. Intentemos,
pues, llegar a un mayor recogimiento interior.
El Señor quiere que deseemos
amarle. El alma que permanece en vela se da cuenta cuando cae y que, por sí
sola, no puede evitar caer; por eso siente la necesidad de la oración. La
suplica está fundada sobre la certeza de que, por nosotros mismos, nada podemos
hacer, pero que Dios lo puede todo. La oración es necesaria para obtener luz y
fuerza.
San MAXIMILIANO KOLBE.
(1894 – 1941)
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