Gemondo, persuadido con simplicidad conmovedora de que Gota necesitaba
ordenar sus pensamientos, desgranaba pausadamente los frutos de su proverbial
prudencia.
- Para poder conservar en todo momento la paz del corazón debemos estar
plenamente convencidos de que todo el bien que podamos hacer viene de Dios, y
solo de Él; no de nosotros. Recuerda esta frase del Señor: "Sin mí, nada
podéis hacer"
Gota guardó silencio por un momento. Haciendo suyas estas palabras. A
continuación murmuró :
- Lo comprendo. Pero resulta a veces tan difícil abandonarse en esa total
confianza...
- Es humano dudar - aclaró él - No obstante, es esencial que estemos
persuadidos de esa verdad: sin Él, no podemos hacer nada. La vida se vuelve con
frecuencia dura, dudamos entonces, nos poseen los miedos y parece que todo
sucumbe a nuestro alrededor. Él podría ahorrarnos las pruebas, pues tiene
sobrado poder para ello; pero las pruebas son necesarias para que lleguemos al
convencimiento de nuestra limitación, de nuestra impotencia para hacer el bien
por nosotros mismos. ¿Entiendes eso?
Ella le contestó con sencillez:
- Sí. Según el testimonio de las vidas de todos los santos, nos es
indispensable poseer esta convicción.
- En efecto, el sabio Diadoco de Foticé decía que, aun en medio de nuestras
luchas, conviene siempre que conservemos la paz del espíritu, para que la mente
pueda discernir los pensamientos que la asaltan, guardando en la despensa de su
memoria los que son buenos y provienen de Dios y arrojando de este almacén
natural lo que son malos y proceden del demonio. Y pone por ejemplo el mar que
cuando está en calma, permite a los pescadores ver hasta el fondo del agua y
descubrir dónde se hallan los peces; en cambio cuando está agitado, se enturbia
e impide aquella visibilidad, haciendo inútiles todos los recursos de que se
valen los pescadores.
- Pues el agua de mi espíritu debe de estar turbia, porque miro adentro y
no consigo ver sino dudas y temores... ¡Con todo lo que tengo que hacer! Me
falta confianza... Eso es lo que me pasa.
- Entonces espera hasta obtenerla. Si no confías plenamente, serás incapaz
de conseguir nada. La confianza es el preludio imprescindible para las grandes,
o pequeñas, cosas que el Señor hará en nosotros con el poder de su gracia.
Jesús SANCHEZ ADALID
Copiado de la novela: " El camino Mozárabe" (2012).
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