Nazaret es la escuela donde empieza a
entenderse la vida de Jesús, es la escuela donde se inicia el conocimiento de
su evangelio. Aquí aprendemos a observar, a escuchar, a meditar, a penetrar en
el sentido profundo y misterioso de esta sencilla, humilde y encantadora
manifestación del Hijo de Dios entre los hombres. Aquí se aprende incluso,
quizá de una manera casi insensible, a imitar esta vida. ¡Cómo quisiéramos ser
otra vez niños y volver a esta humilde pero sublime escuela de Nazaret!
¡Cómo quisiéramos volver a empezar junto a
María y José nuestra iniciación a la verdadera ciencia de la vida y a la más
alta sabiduría de la verdad divina!
Su primera lección es el silencio. Cómo
desearíamos que renovara y fortaleciera en nosotros el amor al silencio, este
admirable e indispensable hábito del espíritu, tan necesario para nosotros que
estamos aturdidos por tanto ruido, tanto tumulto, tantas presiones de nuestra
ruidosa y agitada vida moderna. Silencio de Nazaret, enséñanos el recogimiento
y la interioridad, enséñanos a estar siempre dispuestos a escuchar las buenas inspiraciones
y la doctrina de los verdaderos maestros; enséñanos la necesidad y el valor de una
conveniente formación, del estudio, de la meditación personal que solo Dios ve.
Beato PABLO VI.
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