"Arcano" viene de "arca" y ésta de
"arcere" que significa tener alejado, esconder, proteger de las
miradas profanas. Por esto, en las inscripciones y en las pinturas, la
eucaristía era escondida a los paganos bajo el símbolo del pez, cordero, y
otros signos. El peligro, hoy, no es tanto el que la eucaristía sea profanada
(por desgracia existe también esto), sino que sea trivializada, reducida a algo
"ordinario" que se puede tratar con toda desenvoltura y
superficialidad. Cuando se trata de Dios,
la confianza y la familiaridad deben ir siempre acompañadas de
reverencia.
Ciertamente, Jesús no se complace en los
gestos del cuerpo sino en los sentimientos del corazón.
Alguien que no creía en la presencia real dijo: "Si yo pudiera creer que
allí, en el altar, está Dios de verdad, creo que caería de rodilla y ya no
podría levantarme". Jesús no nos pide esto precisamente, porque también
está el deber de la caridad y del servicio a los hermanos. Pero es posible
estar, con el corazón, en adoración ante el Santísimo mientras nuestras manos
trabajan, absuelven, escriben o cuidan. Es posible pasar, en espíritu, largas
horas de rodillas ante el Santísimo, aun trabajando o viajando en tren...es muy
importante estar en el presente. Y la mayoría de las veces, estamos ausentes.
Si Dios es "Él que está", el hombre es "el que no está", el
que vive fuera, alienado.
Aquel que ha reconocido de verdad al Señor en
la eucaristía se convierte espontáneamente en apóstol de la presencia real.
Raniero
CANTALAMESSA
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