Escucha en silencio. Porque tu
corazón está lleno de mil cosas, no puedes escuchar la voz de Dios. Pero desde
el momento en que te pones a la escucha de la palabra de Dios en tu corazón
pacificado, éste se llena de Dios. Esto requiere muchos sacrificios. Si
pensamos, si queremos orar, es necesario prepararnos para ello. Sin darle
largas. Aquí no se trata sino de las primeras etapas hacia la oración, pero, si
no las llevamos a cabo con determinación, jamás llegaremos a la última etapa,
la presencia de Dios.
Por eso el aprendizaje debe ser
perfecto desde el comienzo: escucha a Dios en tu corazón; y en el silencio del
corazón, Dios habla. Después, de la plenitud de lo que hay en el corazón, Dios
habla. Aquí se obra la coherencia. En el silencia del corazón, Dios habla y
sólo tenemos que escucharle. Después, una vez que tu corazón entra en la
plenitud porque se encuentra lleno de Dios, lleno de amor, lleno de compasión,
lleno de fe, tiene la boca de qué hablar. Acuérdate, antes de hablar, de que es
necesario escuchar, y solamente así, desde lo más profundo de un corazón
abierto, puedes hablar y Dios te escucha.
Beata Teresa DE CALCUTA
(1910 -
1997)
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