Dios te mira, seas quien seas. Y te llama por tu nombre. Te ve y te
comprende, Él que te ha hecho. Todo lo que hay en ti, lo sabe: todos tus
sentimientos, tus pensamientos, tus inclinaciones, tus gustos, tu fuerza y tu
debilidad. No es solamente porque formas parte de su creación, Él que se
preocupa incluso de los gorriones, sino porque tú eres un hombre rescatado y
santificado, su hijo adoptivo, gozando en parte de esta gloria y de esta
bendición que eternamente derrama sobre el Hijo único.
Tú has sido escogido para ser su
propiedad. Tú eres uno de aquellos por quienes Cristo ofreció al Padre su
última plegaria y la selló con su sangre preciosa. ¡qué pensamiento tan
sublime, un pensamiento casi demasiado grande para nuestra fe! Cuando nos detenemos a reflexionar en ello,
¿Cómo no reaccionar como Sara, que se rio de asombro ante tan gran maravilla y,
al mismo tiempo, de confusión? ¿Qué es
el hombre, quienes somos nosotros, quien soy yo, para que el Hijo de Dios se
acuerde tanto de nosotros? ¿Quién soy yo para que me haya renovado totalmente y
para que haga de mi corazón su morada?
Beato JOHN HENRY NEWMAN
1801 -
1890.
No hay comentarios:
Publicar un comentario