El requerimiento de Nuestro Señor
de que oremos en su nombre tiene un significado profundo. Después de cada una
de las plegarias eucarísticas ofrecemos todos estos ruegos: POR CRISTO, CON ÉL
Y EN ÉL. A través de Él podemos pedir
cualquier gracia necesaria para nosotros mismos, como si fuera para Cristo
mismo. Es más: sabemos que Cristo mismo pide por nosotros y con nosotros. Él
nos ha dicho: en verdad, os digo, si
pedís al Padre cualquier cosa en mi nombre, Él os la concederá. Ningún
pecado, ninguna vergüenza nos deberá hacer vacilar en aproximarnos a Dios con
la oración.
Si Cristo participa así en
nuestras oraciones y obras, nosotros también participamos en las suyas. Nuestra
unión con Jesucristo es de tal índole que, mientras no la quebrantemos por el
pecado voluntario, podemos siempre reclamar una parte de sus méritos, pues todos
somos un Cuerpo en Cristo. Por tanto, por muy desvalidos o desanimados que sean
nuestros intentos de oración, con que sólo hagamos su voluntad y nos pongamos
de rodilla a su merced, podemos contar con una gran participación en su
oración. Él está a la derecha de Dios, intercediendo por nosotros.
Eugène BOYLAN.
No hay comentarios:
Publicar un comentario