Cristo estaba presente en todos aquellos a quienes, desde el comienzo,
Dios comunicaba su palabra, su verbo. Si alguien lee las Escrituras en esta
perspectiva, encontrará la referencia a Cristo y una prefiguración de un nuevo
llamamiento. Porque él es el tesoro escondido en el campo, es decir, en el mundo. Tesoro escondido
en las Escrituras porque había sido prefigurado en figuras y parábolas que,
humanamente hablando, no podían ser comprendidas antes del cumplimiento de las
profecías, es decir, antes de la venida del Señor. Por esto fue dicho al
profeta Daniel: Manten
ocultas estas palabras y ten sellado el libro hasta que llegue el momento
final. La ley leída por los cristianos es un
tesoro escondido antiguamente en un campo, pero fue revelado en la cruz de
Cristo. La cruz manifiesta la sabiduría de Dios, da a conocer sus designios en
vista a la salvación de la humanidad, prefigura el reino de Cristo, anuncia la
buena noticia de la herencia de la Jerusalén santa, anuncia que la persona que
ama a Dios progresará hasta ver a Dios y comprender su palabra, y será
glorificada por esta palabra. Así el Señor explica las Escrituras a sus
discípulos después de la resurrección, afirmando que era necesario que Cristo sufriera para
entrar en su gloria. Si
alguien lee así las Escrituras, será un discípulo perfecto, que es como un padre de familia que saca
de su tesoro cosas nuevas y viejas.
San IRENEO DE LYON
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