Querer sólo lo que Dios quiere es lo lógico para el que es de veras su
amador. Fuera de sus deseos, no existen deseos nuestros, y si existe alguno, es
que es conforme a su voluntad, y si no lo fuera, es que entonces no estaría
nuestra voluntad unida a la suya. Pero si de veras estamos unidos por amor a su
voluntad, nada desearemos que él no desee, nada amaremos que él no ame, y
estando abandonados a su voluntad, nos será indiferente cualquier cosa que nos
envíe, cualquier lugar donde nos ponga. Todo lo que él quiera de nosotros no
solamente nos será indiferente, sino que será de nuestro agrado.
No sé si en todo esto que digo hay error; en todo me someto al que de
esto entienda. Yo sólo digo lo que siento, y es que en verdad nada deseo más
que amarle a él, y que todo lo demás a él lo encomiendo; cúmplase su volundad. Cada día soy más feliz en mi total abandono en sus manos.
San RAFAEL ARNAÍZ BARÓN.
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