Tú clavas tu mirada llena de amor en la mía,
e
inclinas tu oído a mis suaves palabras
y
llenas mi corazón con profunda paz.
Pero
tu amor no encuentra satisfacción
en
este intercambio que todavía permite separación:
tu
corazón exige más y más.
Tú vienes a mí cada mañana como alimento,
tu
carne y sangre son para mí bebida y comida
y
se obra algo maravilloso.
Tu cuerpo cala misteriosamente en el mío,
y
tu alma se une a la mía:
ya
no soy la que era antes.
Tú vienes y vas, pero permanece la semilla
que has sembrado para la
gloria futura,
escondida en un cuerpo de polvo.
Permanece un resplandor del
cielo en el alma,
permanece una profunda luz en los ojos,
una pausa en el tono
de voz.
Permanece el vínculo, que une corazón con
corazón,
la
corriente de vida que brota del tuyo
y
da vida a cada miembro.
Qué
admirables son las maravillas de tu amor,
solo
nos asombramos, balbuceamos
y
enmudecemos,
porque el espíritu y la palabra no pueden
expresarlo.
Santa Teresa Benedicta de
la Cruz [Edith Stein] Carmelita descalza y mártir; es copatrona de Europa
(1891 1942).
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