La Sabiduría.
No es, en realidad, otra cosa
que el amor que saborea, gusta y experimenta cuan suave y dulce es Dios.
El entendimiento.
Es el amor atento a considerar
y penetrar la belleza de las verdades de la fe, para conocer por medio de ellas
a Dios en Sí mismo, y después descendiendo de ellas, considerarlo en las
criaturas.
La ciencia.
Por el contrario es el mismo
amor que nos ayuda y mueve a conocernos a nosotros mismos y a las criaturas, para
hacernos subir a un perfecto conocimiento del servicio que a Dios debemos.
El consejo.
Es asimismo el amor en cuanto nos
hace cuidadosos, santos y hábiles para elegir bien los medios propios para
servir a Dios santamente.
La fortaleza.
Es el amor que aliento y anima
el corazón para ejecutar lo que el consejo ha determinado debe ser hecho.
La piedad.
Es el amor que endulza el
trabajo y nos inclina a emplearnos cordial y agradablemente y con filial afecto
en las obras que agradan a Dios, nuestro Padre.
El temor.
No es otra cosa que el amor en
cuanto nos hace huir y evitar lo que desagrada a la Majestad divina.
Jacques PHILIPPE.
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