JUDÍO,
ISRAELITA, HEBREO, SIONISTA.
El
término JUDÍO tiene dos aspectos. Nació del gentilicio que
usaron los persas y los naturales del territorio de Judá y tomó después un
sentido religioso, así que también es válido para designar a cualquier miembro
de religión judía. E incluso tiene un matiz nacionalista: en Israel hay quien no
cree en nada en absoluto, y quien cree solo en la religión, pero ambos se
sienten judíos. La definición oficial se limita a afirmar que judío es todo
aquel que nace de vientre judío.
En
cuanto al término ISRAELITA, es el que
define al pueblo de Israel. Se suele utilizar para aludir a los tiempos
bíblicos, mientras que para designar al ciudadano de Israel actual se utiliza
el gentilicio Israelí. No es una ley gramatical, pero sí una distinción útil.
Por
su parte, el SIONISMO es un corriente de pensamiento que nace en la
Alemania del siglo XIX con Thomas Herzl. Su propósito es reconstruir el Estado
de Israel utilizando la influencia y el dinero de los judíos de todo el mundo.
Es una teoría que se hace praxis: empiezan a recoger dinero y a comprar terreno
en Israel bajo el imperio británico, lo que hubiera sido imposible durante el
imperio otomano. A partir de 1918 adquieren tierras que fueron el punto de
partida de lo que podríamos llamar posesiones del Estado. Luego aparece
otra corriente que, acogiendo el
sionismo como ideología para
establecerse en Israel, lo tiñe de socialismo. Son los judíos que llegan
durante el mandato británico y fundan las primeras granjas colectivas. Finalmente
el sionismo se convierte en ideología.
El
apelativo HEBREO lo utilizan los extranjeros en la Biblia
para designar a los israelitas por el hecho de que hablan hebreo, un idioma
semítico, primo del arameo, del siríaco y del árabe. Con el tiempo se convirtió
en una lengua sacra, algo semejante al latín para nosotros. No había
desaparecido, pero no era una lengua viva. Cuando se crea el estado de Israel,
uno de sus problemas es la babel idiomática de los pioneros que llegan de 50 o
60 naciones distintas. Se logró la unidad restaurándolo en una labor
extraordinaria. A los que fueron después se les sumergió en el hebreo, lo que
constituyó un aglutinante poderoso.
José
Manuel SANCHEZ CARO.
Director
del Instituto Español Bíblico de Jerusalén.
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