¿Deseas
honrar el Cuerpo de Cristo? No lo desprecies cuando lo contemplas desnudo en
los pobres, ni lo honres aquí, en el templo, con lienzos de seda, si al salir
lo abandonas en su frio y desnudez. Porque el mismo que ha dicho: ·Eso es mi cuerpo, afirmó también, tuve hambre y no me diste de comer y
siempre que dejasteis de hacerlo a uno de esos pequeñuelos, a mí en persona lo
dejasteis de hacer. Dios no tiene necesidad de vasos de oro, sino de alma semejantes
al oro.
No
os digo esto con el fin de prohibir la entrega de dones preciosos para los
templos, pero sí que quiero afirmar que, junto con estos dones e incluso por
encima de ellos, debe pensarse en la caridad para con los pobres. ¿De qué
serviría adornar la mesa de Cristo con vasos
de oro, si el mismo Cristo muere de hambre? Piensa pues, que esto es lo
que haces con Cristo cuando lo contemplas errante y peregrino y sin techo y,
sin recibirle, te dedicas a adornar el pavimento, las paredes y las columnas
del templo; con cadenas de plata sujetas lámparas, y te niegas a visitarlo
cuando él está encadenado en la cárcel. Con esto que te digo no pretendo
impedirte hacer tales dones, sino que te exhorto a acompañar, o mejor, a preceder
esos actos por obras a favor de tu hermano. Por tanto, al adornar el templo,
procura no despreciar al hermano necesitado, porque este templo en mucho más
precioso que aquel otro.
S.
JUAN CRISOSTOMO
(349
– 407).
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