La iglesia aplica a los apóstoles Pedro y Pablo estas palabras: “Son hombres
de misericordia, cuyos beneficios no caen en el olvido; los bienes que dejaron
a la posteridad siguen existiendo”. Podemos llamarlos hombres de misericordia
porque han obtenido misericordia para ellos mismos, porque están llenos de
misericordia y porque es en su misericordia que Dios nos los ha dado.
Ved, en efecto, qué misericordia han obtenido. Si interrogáis a San pablo sobre
este punto, él os dirá de sí mismo: yo empecé
siendo un blasfemo, un perseguidor, pero he obtenido la misericordia de Dios.
Pero si Pablo ha pecado, lo ha hecho sin saberlo ya que no tenía la fe; Pedro
al contrario, tenía los ojos bien abiertos en el momento de su caída. Pero donde abundó el pecado, sobreabundó la
gracia. Si san Pedro ha podido ascender a un grado de tal santidad después de
haber sufrido una caída tan fuerte, ¿quién podrá ahora desesperarse, por poco
que quiera salir también de sus pecados? ¿Quién no será absuelto de sus faltas
pasadas como lo fueron antes Pedro y Pablo? Si has pecado, ¿Pablo no ha pecado antes?
Si has caído ¿Pedro no lo hizo más que
tú? Uno y otro, haciendo penitencia, no solo obtuvieron la salvación, sino que
han llegado a ser grandes santos, e incluso se han convertidos en los ministros
de la salvación, los maestros de la santidad. Haz tú lo mismo, ya que por ti la
Escritura los llama “los hombres de la misericordia”.
San BERNARDO
(1090 - 1153)
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