Pedro que había confesado la divinidad de Jesús y lo había
reconocido como Mesías, hoy se opone a los planes de Jesús invocando a Dios. Tremenda
es la reprensión del Señor que llama Satanás al amigo al que ha elegido para
que esté al frente de la Iglesia. Pedro no comprende a Jesús y no quiere que se
realice lo que anuncia. En este episodio se nos enseñan muchas cosas para
nuestro bien.
Tras la fe inicial, Jesús empieza a explicar a sus
discípulos lo que va a suceder: el misterio de su pasión, muerte y
resurrección. Pero Pedro se resiste. Conoce a Jesús como hombre, pero también
ha sabido quién es por la fe. Hay un terrible combate en su interior, y la
mirada humana se superpone. De ahí su incomprensión y resistencia. De ahí
también sus terribles palabras deseando que Dios cambie su plan de salvación.
Si confesó a Jesús desde la oscuridad de la fe, ahora actúa desde el arrebato
ciego del amor sentimental. Su fe, como la nuestra, necesita ser educada.
Por otra parte, a pesar de lo desacertado de la actuación de
Pedro, hay algo que añoro en ella, y es como le afectan las palabras de Jesús.
Corremos el peligro de que las enseñanzas del Señor, por muy escuchadas y
conocidas, pasen sobre nosotros sin que susciten nada. Pedro se conmueve porque
se toma en serio lo que el Señor dice. No entiende nada, se equivoca, pero lo
que dice Jesús le llega a lo más profundo. Será corregido y permanecerá en
la compañía Jesús. Será modelado por la
acción del Espíritu Santo y dará su vida por Cristo.
David AMADO FERNÁNDEZ.
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