Existe una misericordia terrena y humana, y otra celestial y divina.
La misericordia humana consiste en atender a las miserias de los pobres. La
misericordia divina, sin duda, consiste en el perdón de los pecados. Dios, en
este mundo, padece frío y hambre en la persona de todos los pobres, como dijo
él mismo. ¿Cómo somos nosotros, que, cuando Dios nos da, queremos recibir y,
cuando nos pide, no le queremos dar? Porque, cuando un pobre pasa hambre, es
Cristo quien pasa necesidad, como dijo él mismo: Tuve hambre, y no me disteis de comer. No apartes, pues, tu mirada de la miseria
de los pobres si quieres esperar confiado el perdón de los pecados.
Os pregunto, hermanos, ¿qué es lo que queréis o buscáis cuando venís a
la iglesia? Ciertamente la misericordia. Practicad, pues, la misericordia
terrena y recibiréis la misericordia celestial. El pobre te pide a ti, y tú le
pides a Dios; aquél pide un bocado; tú, la vida eterna. Por esto, cuando
vengáis a la iglesia, dad limosna a los pobres según vuestras posibilidades.
SAN CESAREO DE ARLES
Presidió varios concilios y fundó
monasterios masculinos y femeninos (470-543).
No hay comentarios:
Publicar un comentario