Es un día de sábado cuando el Señor Jesús
comienza a realizar curaciones, para significar que la nueva creación comienza
donde lo antiguo se había parado, y también para señalar desde el principio,
que el Hijo de Dios no está sometido a la Ley sino que es superior a la Ley,
que no destruye la Ley sino que le da plenitud. El mundo fue creado por el
Verbo, no por la Ley, como lo leemos: Por la Palabra del Señor los cielos han sido hechos. La Ley pues no es destruida sino llevada
a la plenitud, con el fin de renovar al hombre caído. Por eso el apóstol Pablo
dice: Liberaos
del hombre viejo; revestios del hombre nuevo, que ha sido creado según Cristo.
Por eso, es justo que el Señor comience a realizar sus obras en
sábado, para mostrar que es el Creador, continuando la obra que él mismo había
comenzado antaño. Como el obrero que está a punto de reparar una casa,
comienza, no por los cimientos sino por el tejado; comienza a demoler lo que
está arruinado. Liberando al poseso, comienza por lo menor para llegar a lo
más grande: hasta hombres pueden librar del demonio -por la palabra de Dios, es
verdad- pero ordenar a los muertos que resuciten, pertenece solo al poder de
Dios.
San Ambrosio
Noció en Tréveris (Alemania). De familia
y educación romana, fue obispo de Milán, elocuente predicador y gran catequeta:
convirtió y bautizó a san Agustín. Es doctor de la Iglesia (340-397).
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