El buen pastor da su vida por sus ovejas. Cuando Jesús pronunció estas palabras,
los apóstoles no sabían que hablaba de sí mismo. Ni siquiera Juan, el apóstol
amado, lo sabía. Lo comprendió en el Calvario, al pie de la cruz, viendo cómo
ofrecía su vida por sus ovejas. Cuando a los apóstoles les llegó el momento de
asumir esta misma misión, se acordaron de las palabras de Jesús. Se dieron
cuenta de que serian capaces de llevar a cabo esta misión hasta el final
solamente porque Jesús había asegurado que sería él mismo quien actuaría en
ellos. Particularmente, Pedro era consciente de ello, y exhortaba a los
ancianos de la Iglesia con estas palabras: Sed pastores del rebaño de Dios que os ha
sido confiado.
A lo largo de los siglos, los sucesores
de los apóstoles, guiados por el Espíritu Santo, han continuado su misión de
reunir el rebaño de Cristo y conducirlo hacia el reino de los cielos,
conscientes de que ellos mismos no pueden asumir una responsabilidad tal, más
que «por Cristo, con Cristo y en Cristo». Yo
mismo he tomado conciencia de ello cuando el Señor me ha llamado a ejercer la
misión de Pedro. Desde el principio de mi pontificado, mis pensamientos, mis
oraciones y mis acciones han estado animadas por un único deseo: dar testimonio
de que Cristo, el buen Pastor, está presente y actuante en la Iglesia. Por
eso, desde el primer día, no he dejado de exhortar: ¡No tengáis miedo de acoger
a Cristo, de aceptar su poder! Y lo repito aún hoy con fuerza: ¡Abrid las
puertas a Cristo!
San Juan Pablo II
Primer papa polaco de la historia. Su
pontificado ha sido el tercero más largo de la historia (1920-2005).
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