La paz es un don de la resurrección de Cristo. A las puertas de la
muerte, no vaciló en darle esta paz al discípulo que lo entregaba; abrazó al
traidor como se abraza al amigo fiel. No creáis que el beso que el Señor le dio
a Judas Iscariote estuvo inspirado por otro sentimiento que el de la ternura.
Cristo sabía que Judas lo traicionaría. Sabía lo que significaba este signo de
amor, y no escapó de él. Jesús esperaba también que este gesto revolviera a
Judas y que, asombrado por su bondad, no traicionaría al que le amaba, no
entregaría al que le abrazaba. Así este beso fue concedido como una prueba: si
lo aceptaba, sería un lazo de paz entre Jesús y su discípulo; si Judas le
traicionaba, este beso se convertía en su propia acusación.
El Señor le dice: Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre? ¿Dónde está el complot del enemigo?
¿Dónde se esconde su astucia? Todo lo secreto se descubre. El traidor se
traiciona antes de traicionar a su Maestro. ¿Entregas al Hijo del hombre con un
beso? ¿Con el sello del amor hieres? ¿Con el gesto de la ternura derramas
sangre? ¿Con el signo de la paz traes la muerte? Pero estos besos, con los que
el servidor traiciona a su Señor, el discípulo a su maestro, el elegido a su
creador, estos besos no son besos, sino veneno.
San
Máximo de TURIN
Obispo de Turín; de este notable
predicador se conservan numerosos sermones (siglos IV-V).
No hay comentarios:
Publicar un comentario