Cuando Jesús llegó, Lázaro ya llevaba enterrado cuatro días... Sus discípulos habían intentado disuadido
de volver a Judea por temor a que lo mataran; y su temor se hizo realidad: fue
allí para resucitar a Lázaro, y la fama de este milagro fue la causa inmediata
de su detención y de su crucifixión. Él sabía todo esto de antemano: vio la
resurrección de Lázaro, la comida en casa de Marta, Lázaro en la mesa, la
alegría por todas partes, María que lo honraba durante esta comida de fiesta
derramando un perfume muy valioso sobre sus pies, numerosos judíos que venían
no solo para verlo a él, sino también para ver a Lázaro, su entrada triunfal en
Jerusalén, la muchedumbre que gritaba Hosanna, la
gente que testimoniaba la resurrección de Lázaro, griegos venidos a adorar a
Dios durante la Pascua que querían vedo a toda costa, los niños que
participaban en la alegría general, y luego los fariseos que conspiraban
contra él, Judas que le traicionaba, sus amigos que le abandonaban, y la cruz
que le recibía...
Presentía que Lázaro volvía a la vida a
cambio de su propio sacrificio, que él descendía a la tumba que Lázaro dejaba
vacía, que Lázaro iba a vivir y él iba a morir. Y sabía que aceptaba esta
muerte voluntariamente; había descendido del seno de su Padre para expiar con
su sangre los pecados de todos los hombres y resucitar de la tumba a todos los
creyentes.
Beato
John HENRY NEWMAN
Nace en Londres; convertido del
anglicanismo, fue presbítero, cardenal y fundador de una comunidad religiosa
(1801-1890).
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