La Iglesia «en salida» es una Iglesia con las puertas abiertas... La
Iglesia está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre... Todos pueden
participar de alguna manera en la vida eclesial, todos pueden integrar la
comunidad, y tampoco las puertas de los sacramentos deberían cerrarse por una
razón cualquiera. Esto vale sobre todo cuando se trata de ese sacramento que es
«la puerta», el bautismo. La Eucaristía, si bien constituye la plenitud de la
vida sacramental, no es un premio para los perfectos, sino un generoso remedio
y un alimento para los débiles... Pero la Iglesia no es una aduana, es la casa paterna donde hay
lugar para cada uno con su vida a cuestas.
Si la Iglesia entera asume este dinamismo
misionero, debe llegar a todos, sin excepciones. Pero ¿a quiénes debería
privilegiar? Cuando uno lee el evangelio, se encuentra con una orientación
contundente: no tanto a los amigos y vecinos ricos, sino sobre todo a los
pobres y enfermos, a esos que suelen ser despreciados y olvidados, a aquellos
que no tienen con qué recompensarte. No deben quedar dudas ni caben
explicaciones que debiliten este mensaje tan claro. Hoy y siempre, «los pobres
son los destinatarios privilegiados del evangelio»... Hay que decir sin
vueltas que existe un vínculo inseparable entre nuestra fe y los pobres. Nunca
los dejemos solos.
FRANCISCO
Jesuíta argentino, actual sucesor de san
Pedro al frente de la Iglesia católica (1936- ).
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