Los que no me han reconocido
no se han beneficiado de mi presencia;
he estado escondido para aquellos
que
no me han poseído.
Estoy cerca de los que me aman.
Han muerto todos mis perseguidores;
los que me sabían vivo me han buscado.
He resucitado, estoy con ellos,
hablo por su boca.
No
han hecho caso a los que les perseguían; sobre ellos he echado el yugo de mi
amor.
Como el brazo del novio por encima de su novia, así es mi yugo sobre
los que me conocen. Tal como la tienda de los desposorios se levanta en casa de
la novia,
así mi amor protege a los que creen en mí.
No he sido reprobado,
aun cuando parecía que lo era.
No he perecido,
aunque ellos se lo han pensado.
La estancia de los muertos me ha visto
y ha sido vencida,
la muerte me ha dejado marchar,
y muchos se han venido conmigo.
Para ella he sido hiél y vinagre;
con ella he descendido hasta su estancia,
hasta su máxima profundidad.
La muerte se ha retirado,
no ha podido soportar mi rostro.
He tenido entre los muertos
una asamblea de vivos.
Les he hablado con labios vivientes,
de manera que mi palabra no fuera vana.
TEXTO HEBRAICO DEL PRINCIPIO DEL SIGLO II
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