Al hacer partícipes a los apóstoles de su propio poder de perdonar los
pecados, el Señor les da también la autoridad de reconciliar a los pecadores
con la Iglesia. Esta dimensión eclesial de su tarea se expresa particularmente
en las palabras solemnes de Cristo a Simón Pedro
ti te daré las llaves del reino de los cielos; y lo
que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la
tierra quedará desatado en los cielos. «Consta que también el colegio de los Apóstoles, unido a su cabeza,
recibió la función de atar y desatar dada a Pedro» (LG 22).
La
fórmula de absolución en uso en la Iglesia latina expresa el elemento esencial
de este sacramento: el Padre de la misericordia es la fuente de todo perdón.
Realiza la reconciliación de los pecadores por la Pascua de su Hijo y el don de
su Espíritu, a través de la oración y el ministerio de la Iglesia: «Dios, Padre
misericordioso, que reconcilió consigo al mundo por la muerte y la resurrección
de su Hijo y derramó el Espíritu Santo para la remisión de los pecados, te
conceda, por el ministerio de la Iglesia, el perdón y la paz. Y yo te absuelvo
de tus pecados en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». Cristo
actúa en cada uno de los sacramentos. Se dirige personalmente a cada uno de los
pecadores: «Hijo, tus pecados están perdonados»; es el médico que se inclina
sobre cada uno de los enfermos que tienen necesidad de él para curarlos.
Catecismo de la Iglesia Católica
Exposición de lo fe y de la doctrina de
la Iglesia católica promulgada por Juan Pablo II en el año 1992 y cuya versión
latina oficial se publicó el día 15
de agosto de 1997.
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