Hoy, en efecto, el Señor se ha manifestado verdaderamente en la
montaña. Hoy la naturaleza humana, creada al principio a imagen de Dios, pero
oscurecida por las figuras deformantes de los ídolos, ha sido tras-figurada en
la antigua belleza del hombre creado a imagen y semejanza de Dios.
Moisés contempla de nuevo el fuego que no consumía el matorral, pero
que da la vida a toda carne, y dice: «Ahora te veo, a ti que existes
verdaderamente y por siempre, que estás con el Padre y que me dijiste: Yo soy el que soy. Ahora te veo a ti, al que deseaba ver en
otro tiempo diciendo: Déjame
contemplar tu gloria. Ya
no te veo de espaldas, sino que te veo, Dios lleno de amor por los hombres,
escondido en una forma humana. No me proteges con tu derecha, pero eres la Derecha
del Altísimo revelada en el mundo. A la vez eres el mediador de la Antigua y de
la Nueva Alianza, el Dios antiguo y el hombre nuevo. Tú que me dijiste sobre el Sinaí: Un ser humano no puede verme y quedar
con vida, ¿cómo
podemos contemplarte ahora cara a cara sobre la tierra, en la carne? Quieres
manifestarte también entre los que se durmieron hace siglos, visitar a los
patriarcas en la estancia de los muertos, bajar a librar a Adán de sus dolores.
Porque así es como resplandecerán
los justos en el momento de la resurrección; así es como serán glorificados; así, como
serán transfigurados.
San
Anastasio de Sinaí
Fue uno de los últimos padres de lo
Iglesia y gran asceta del siglo VII.
Su obra floreció en el Monte Sinaí y tuvo
una gran repercusión en el ámbito de Bizancio (t Ca. 690).
Entre los ortodoxos es
conocido como el Nuevo Moisés.
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