El Señor nos presenta un exigente
itinerario para la corrección fraterna: ir creando instancias de encuentro,
partiendo siempre desde lo más personalizado. ¡Cuántas veces, ante la ofensa,
descargamos nuestra frustración con comentarios a terceros, sin llegar jamás a
dialogar con la persona afectada!
Debemos aprender a encontrarnos con quienes nos ofenden "con la
actitud adecuada", es decir, valorándolos y aceptándolos como compañeros
de camino, sin resistencias internas, sin condenas previas. (Papa Francisco en
EG, 91)
Nuestros padres y abuelos solían
repetirnos: "Si no tienes nada bueno que decir de la otra persona,
calla". Vivimos en un contexto cultural opuesto, donde la intimidad y la
dignidad de las personas son pisoteadas sin escrúpulo alguno. Se ha roto la
barrera del respeto, de la protección del "buen nombre". La
agresividad, en todas sus formas, campea como tendencia cultural que todo lo
avasalla, llegando a deformar la propia conciencia.
La "corrección fraterna", expresión prácticamente olvidada,
no es sino una de las formas más respetuosas y constructivas del amor. Es una
manera exigente y maravillosa de cuidar al otro, de cuidarnos unos a los otros,
porque todos necesitamos aliento y acompañamiento, optando cuantas veces sea
necesario por ser constructores de relaciones auténticamente fraternas y
reconciliadas.
Danilo FARNEDA
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