En el tiempo en que el hambre azotaba a la tierra entera ¿por qué
Elias fue enviado a casa de una viuda? Una gracia singular se concede a dos
mujeres: un ángel visita a una virgen; un profeta, a una viuda. A aquella,
Gabriel; a esta, Elias. Pero la viudedad no merece ninguna alabanza por sí
misma a no ser que se le una la virtud. En la historia no faltan viudas; y, sin
embargo hay una que se distingue de entre todas y que las alienta con su
ejemplo. Dios es particularmente sensible a la hospitalidad: en el evangelio,
por un vaso de agua fresca promete recompensas eternas; aquí, por un poco de
harina o de aceite, una profusión infinita de riquezas.
¡Cuan perfecta es esta viuda! Abatida por una gran hambre, continuaba, sin embargo, venerando a Dios. Sus provisiones no las guardaba para ella sola; las compartía con su hijo. ¡Un bello ejemplo de ternura, y un ejemplo aún más bello de fe! Seguro que prefería a su hijo antes que a cualquier otra persona: y pone al profeta de Dios por encima de su vida. Ciertamente, no solo le dio un poco de su alimento, sino toda su sustancia; no ha guardado nada para sí; así como su hospitalidad la ha llevado a una donación total, su fe la ha conducido a una confianza total.
San
Ambrosio
Nació en Tréveris (Alemania). De familia
y educación romana, fue obispo de Milán, elocuente predicador y gran catequeta:
convirtió y bautizó o san Agustín. Es doctor de la Iglesia (340-397).
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