Pregunta: Os pedimos, primeramente, que nos digáis si los mandamientos de Dios tienen un cierto orden. ¿Hay un primero, un segundo, un tercero, y así sucesivamente?
Respuesta: El Señor en persona determinó
el orden en que se debían seguir sus mandamientos. El primero y más grande es
el de guardar amor a Dios, y el segundo, que le es semejante, o mejor dicho, es
su cumplimiento y consecuencia, se refiere al amor al prójimo.
Pregunta: Háblenos primero del amor de
Dios. Se sabe que hay que amar a Dios, pero ¿cómo hay que amarle?
Respuesta: El amor a Dios no se aprende. Nadie nos ha enseñado a gozar de la luz ni a estimar la vida por encima de todo; tampoco nadie nos ha enseñado a amar a los que nos han dado la vida y nos han educado. Igualmente, o con más razón aún, no es a través de una enseñanza exterior por la que aprendemos a amar a Dios. En la misma naturaleza del hombre existe una especie de germen que contiene en sí mismo el principio de esta capacidad de amar. En la escuela de los mandamientos de Dios se debe recoger este germen, cultivarlo diligentemente, alimentarlo cuidadosamente, y llevarlo a su desarrollo mediante la gracia divina. La virtud de la caridad es una, pero es más poderosa que todos los mandamientos, porque: El que me ama guardará mi palabra, y también: Estos dos mandamientos contienen toda la ley y los profetas.
Respuesta: El amor a Dios no se aprende. Nadie nos ha enseñado a gozar de la luz ni a estimar la vida por encima de todo; tampoco nadie nos ha enseñado a amar a los que nos han dado la vida y nos han educado. Igualmente, o con más razón aún, no es a través de una enseñanza exterior por la que aprendemos a amar a Dios. En la misma naturaleza del hombre existe una especie de germen que contiene en sí mismo el principio de esta capacidad de amar. En la escuela de los mandamientos de Dios se debe recoger este germen, cultivarlo diligentemente, alimentarlo cuidadosamente, y llevarlo a su desarrollo mediante la gracia divina. La virtud de la caridad es una, pero es más poderosa que todos los mandamientos, porque: El que me ama guardará mi palabra, y también: Estos dos mandamientos contienen toda la ley y los profetas.
San
Basilio Magno
Natural de Cesárea de Capadoáa, fue monje y obispo de su ciudad. Es
doctor de la Iglesia y se le considera padre del monaquismo oriental (330-379).
Tanto el primer como el segundo es el amor, si sabemos que nuestro prójimo es Dios mismo, pues no hay orden.
ResponderEliminar