Cuántos tortuosos caminos hay que recorrer para llegar a lo simple.
Muchas veces si no practicamos la virtud es debido a nuestro complicado modo de
ser, que rechaza lo que es sencillo. Muchas veces no llegamos a comprender la
grandiosidad que se encierra en un acto de sencillez, porque buscamos lo grande
en lo complicado, buscamos la grandiosidad de las cosas en la dificultad de las
mismas. La virtud, Dios, la vida interior, ¡qué difícil me parecía vivir eso!
Ahora no es que yo tenga virtud, ni que mi conocimiento de Dios y vida de
espíritu estén completamente claros, pero he visto que a eso se llega sin
complicaciones.
He visto que a Dios se le llega a conocer
por la simplicidad del corazón y por la sencillez. Para tener virtud no hace
falta estudiar una carrera, ni dedicarse a profundos estudios... Basta el acto
simple de querer; basta, a veces, la sencilla voluntad. ¿Por qué, pues, a veces
no tenemos virtud? Porque no somos sencillos, porque nos complicamos nuestros
deseos, porque todo lo que queremos nos lo hace difícil nuestra poca voluntad,
que se deja llevar de lo que agrada, de lo cómodo y, muchas veces de las pasiones. Si quisiéramos seríamos santos... y es mucho mas difícil ser ingeniero que ser santo.
San Rafael ARNAIZ BARÓN
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