El Señor nos enseña que la persona no puede llegar a conocer a Dios a
no ser que el mismo Dios se lo manifieste; dicho de otra manera: no podemos
conocer a Dios sin su ayuda. Pero el Padre quiere ser conocido: le conocerán aquellos
a quienes el Hijo se lo revele. La palabra «revelar» no se refiere solo al futuro, sino que se refiere a
la totalidad del tiempo. Desde el principio, el Hijo, presente en la creación
que él mismo ha modelado, revela al Padre a todos los que el Padre quiere,
cuando quiere y como quiere. En todas las cosas y a través de todas las cosas,
no existe más que un solo Dios Padre, un solo Verbo, un solo Espíritu y una
sola salvación para todos los que creen en él.
En
efecto, nadie puede conocer al Padre sin el Verbo de Dios, es decir, si el Hijo
no se lo revela, ni conocer al Hijo sin el beneplácito del Padre... Jesús dijo
a sus apóstoles: Yo
soy el camino, la verdad y la vida. Nadie va al Padre sino por mí. Si me
conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Desde ahora lo conocéis y lo
habéis visto.
SanIreneo
de L yon
Discípulo de san
Policarpo, obispo de Esmima. Como obispo de Lyon (Francia), se erigió en
defensor de la ortodoxia frente a los gnósticos. Murió mártir (t 200
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