No olvidemos que a la hora de
vivir lo cotidiano, Dios no espera de nosotros más que una cosa a la vez. Nunca
dos. Y poco importa que la tarea que he de desempeñar parezca secundaria
(barrer la cocina) o importante (pronunciar una conferencia delante de 4.000
personas): es preciso hacer una y otra, sencillamente y con calma, y no intentar
resolver más problemas a la vez. Incluso cuando me dedico a algo
insignificante, sería un error hacerlo a toda prisa, con la impresión de estar
perdiendo el tiempo, para pasar lo antes posible a una actividad que considero
más importante. Desde el momento en que una cosa, por banal que sea, es
necesaria y forma parte de la vida, merece ser cumplida por sí misma, es decir,
estando plenamente presentes en ella. El ofrecerla al Señor le da toda su
importancia.
Jacques PHILIPPE
La libertad interior.
El Señor no necesita Teólogos, Filósofos, Oradores...Necesita corazones; nos necesita a tí y a mí, y se siente feliz cuando le ofrecemos cuanto nosotras , desde nuestra pobreza, le podemos dar. por ejemplo: cada instante de nuestra vida, desde que nos despertamos que ya le damos gracias y le encomendamos el nuevo día y le pedimos que no nos permita que le ofendamos. Ahí empezamos a glorificarlo si barremos, si pelamos patatas, si planchamos...Cuando estamos en silencio, muy atentas a lo que Él nos quiera inspirar; este silencio junto a nuestra Oración, es lo que más le glorifica.Porque nosotras somos la gloria del Padre y esto no lo podemos olvidar. Dios es Amor y no nos ama porque nosotros lo merezcamos, nos ama porque es nuestro Padre y es una necesidad para Él; se conforma con lo que buenamente podemos ofrecer: nuestro pobre corazón con las capacidades que por Gracia, Él mismo depositó en él.Un beso. Mªjosé.
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